Bienvenida

Divulgación de psicología orientada a la resolución de problemas.
Este blog trata de emociones, conducta, personalidad y relaciones humanas.
Cada haiku es una condensación respecto a una definición, o a una idea.
Los textos son herramientas de reflexión. Explican el origen del haiku, pero su sentido se lo da cada cual.
Si buscas información para entender el comportamiento, espero serte útil.
Cualquier comentario es bienvenido.

lunes, 28 de enero de 2013

Haiku 4

Todo lo que pasa, pasa para siempre.

Haiku 4. del tiempo

Podemos mantener en la memoria inmediata entre siete y nueve números. Por ejemplo: te dictan un número de teléfono y lo retienes en la mente hasta marcarlo en el teclado; unos segundos. Es frecuente que te ayudes de una repetición, a veces en voz baja, para recordarlos.

En cuanto a tu memoria de trabajo, puedes por ejemplo recordar aproximadamente dónde has dejado el coche en el estacionamiento de un centro comercial, y una hora más tarde regresar al mismo escenario y orientarte hasta encontrarlo. No recordarás el sitio en el que aparcaste la última vez que estuviste allí hace un mes, por ejemplo, pero sí más o menos dónde está ahora.

Por supuesto, la memoria a largo plazo es la más popular. Y de ella, la biográfica es la que tiene mejor prensa de certidumbre: desde luego sabes todos los días cómo te llamas.
Sin embargo esa supuesta fidelidad de nuestra memoria biográfica no es tan fina como parece, y a veces resulta una fuente de problemas para nuestro pequeño mundo mental.

Lo que no podemos retener en nuestra memoria, ni aún en la de corto plazo, es el tono de un color. Fíjate en uno determinado, pasa a la habitación contigua e intenta seleccionarlo de entre una muestra amplia de tonos de ese mismo color. Probablemente te equivocarás.

Vamos a ver ahora qué tiene que ver todo eso con la memoria emocional.

Emoción y memoria


Si intento "imaginarme" una emoción asociada a una idea (por ejemplo: me imagino que mi pareja me engaña, o que fallece un ser querido, o que me toca la lotería) lo que sucede es que esa emoción inventada la racionalizo y sólo se parece en parte a la emoción real, en su componente más racional. Como el tono del color que recuerdo. Es "como si", pero no "es" la emoción genuina.
En otras palabras: no soy capaz de imaginar mis emociones proyectadas a futuro.
Ahora bien: puedo saber que estaré contento, o triste, o enfadado... sólo que no puedo experimentar, no puedo "vivenciar" esa experiencia. La "imaginación emocional", como la "imaginación  del color", no funciona.

En cambio con el recuerdo emocional sucede lo contrario. Una vez he sufrido una pérdida, por ejemplo, me resulta relativamente fácil remover mi cognición emocional hasta recuperar aquel tono, y volver a entristecerme. Incluso podríamos decir que soy vulnerable al eco de ese recuerdo emocional durante mucho tiempo. En algunos casos, para siempre.

Pero mi memoria declarativa, esa que racionaliza los acontecimientos de mi vida y me empuja a ser siempre "yo, conciencia de mí" puede dictarme la voluntad, mezclada de deseo, de que algo que ha impactado en mis emociones "no haya pasado en realidad", "no sea lo que parece", "no lo tenga en cuenta", "lo olvide".

Y ese empeño, esa voluntad de esfuerzo por contemporizar, por trivializar un impacto emocional, puede mantenerme en ese propósito durante tanto tiempo que acabe agotando mi voluntad de construir, de resolver.
No se trata de no poder poner remedio, ni de determinismo, ni de fatalidad.

Recuerda


Se trata de saber a qué te enfrentas, que tu memoria emocional no funciona con voluntad ni con deseo. Se trata de resolver los nudos para poder seguir peinando. Se trata de que entender nuestras emociones es imprescindible, pero no es suficiente. Esos obstáculos hay que superarlos, no pueden rodearse.
En el recuerdo declarativo lo pasado pasado está, y puede olvidarse o reescribirse. La memoria declarativa es plástica y racional.
Pero en nuestra memoria emocional todo lo que pasa, pasa para siempre.


domingo, 27 de enero de 2013

Haiku 3

Tú tienes la culpa. ¿Cuánto quieres por ella?

Haiku 3. del amor y la convivencia

La convivencia de la pareja se densifica a medida que avanza el tiempo . En el principio se establecen los papeles de cada uno  y se refuerzan con lo que el otro entiende: de mí, yo soy en tanto en cuanto yo quiero ser, y tú refuerzas que yo sea o simplemente que yo quiera ser.  Soy así porque quiero ser así y tú crees que soy así o que así quiero ser, lo que me refuerza en mi conducta y en el establecimiento de los hábitos de nuestra relación.

Más adelante los roles se hacen más densos, más rígidos, menos plásticos. Se van definiendo esos espacios en los que uno es y el otro entiende que el otro es, pero no hay acuerdo. Hemos disminuido la tensión del acuerdo permanente, buscamos ambos la acomodación recuperando en parte hábitos que habíamos sustraído a la convivencia, o adaptándolos.

La negociación de ese tiempo trae a menudo tensiones súbitas, explosivas o implosivas según el carácter de cada componente de la pareja. Si son explosiones se da discordia y conflicto emocional, que puede ser temperamental. Si es implosiva se puede dar silencio selectivo, omisión de la palabra, o distancia emocional.

Tú en tu casa y yo en la mía


En esos estadios es común la escena de "las maletas en la puerta". Yo no voy a soportar esto, hasta aquí hemos llegado... se esgrime la ruptura como una solución drástica, inmediata y factible para ambos. Todo es susceptible de cambiar en cualquier momento.

Con el tiempo las maletas en la puerta dejan de tener sentido porque la relación ha enraizado lo suficiente. En ese tiempo es necesario encontrar soluciones al enorme impacto emocional que tiene todavía descubrir que hay cosas en las que hay desacuerdo, y es irreconciliable. Simplemente hay que escoger un criterio, cuando además el contenido de la controversia afecta a la convivencia o al modelo de vida en común.

Aquí el "quid pro quo", el intercambio, la relación de fuerzas ponderadas tiene el mejor escenario.

Pongámonos de acuerdo


Pero ese intercambio tiene que ser emocionalmente justo, es decir, tan moldeable como capaz de generar equilibrios por exceso y por defecto de las partes; ambos tiene que sentirse atendidos o aceptados por igual, aproximadamente, a través de los diferentes episodios de discordia.

El resultado de la relación es consecuencia de la misma relación, no de sus elementos. La "culpa" es más que compartida; como en una molécula de agua, ésta es el resultado de la unión de hidrógeno y oxígeno, pero ninguno de los dos gases son "media agua"

Es importante que esa "culpa" o "responsabilidad" sea una pelota que cambia de tejado.

Ese es el significado del tercer Haiku

sábado, 26 de enero de 2013

Haiku 2

Quien me conoce me juzga por mis actos. Yo me juzgo por mis emociones.

Hayku 2. de yo y de mi.

Nuestro pensamiento interpreta el mundo de los sentidos y de las percepciones, además de interpretar el mundo de la reflexión. Nos relacionamos con ese mundo (con los objetos, con los seres animados, con las personas) a través de él, de nuestro pensamiento. Se desprende que ese "pensamiento" no siempre es reflexivo, aunque sea consciente. Ese" flujo mental" que acompaña nuestro cuerpo y nos relaciona con el entorno es eso que llamamos cognición.

La cognición es consciencia, reflexiva o no, autoconsciente o no. Es cognición el sueño, la ensoñación ("estar en las nubes"), el miedo, en fin, todas las experiencias en las que interviene el sistema nervioso central en un estadio más complejo que el reflejo. Por ejemplo: es cognición el miedo, pero es reflejo el susto. Cuando el susto pasa el estadio reflejo puede convertirse en miedo o no, según nuestra cognición (que es más lenta que la respuesta refleja) haya interpretado que hay, o no, amenaza.

Pues bien: nuestra cognición tiene por objeto principal garantizar la relación de mi ser (cuerpo y consciencia) con el mundo, es la herramienta para relacionarme con el mundo, y lo hace a través de un mecanismo de selección reduccionista, es decir, eliminando de la información del entorno aquello que puede ser superfluo o simplemente innecesario para esa relación del ser con el mundo.

Esa tendencia a simplificar y eliminar información que tiene nuestra mente, ese sesgo simplificista, tiene como consecuencia muchos de los problemas cotidianos de la relación del ser con el mundo. El haiku 2 se refiere a un aspecto de ese problema.

Los demás y yo


Cuando juzgo la conducta de los demás lo hago, por supuesto, a través de mi propio juicio y comparando ese comportamiento ajeno con el modelo que tengo de mi propio comportamiento, de mi propia relación con el mundo. Mi cognición simplifica esa comparación, reduciéndola a un plano de supuesta igualdad. Pero en realidad comparo dos cosas muy diferentes entre sí. Porque mi comportamiento no es observado (yo no "me veo haciendo") y el que comparo no es autoinformado como el mío (ni estoy en su pensamiento ni puedo recrearlo. De hecho ni siquiera lo intento) Es como si comparáramos "alimentarse", en un caso observando la conducta externa de "comer", y en el otro viéramos con cámaras e instrumentos adecuados al estómago digiriendo.


miércoles, 23 de enero de 2013

Haiku 1


Lo contrario del odio es la pena, lo contrario del amor es el olvido.

Haiku 1. de la emoción del amor y del odio

Suele decirse que lo contrario del amor es el odio, por la intensidad de ambas emociones, su fuerza, y por el hecho de que son de signo contrario.

Las emociones contrarias son las que no pueden experimentarse al mismo tiempo. Son emociones contrarias, por ejemplo, la alegría y la tristeza.

En general se acepta que ambas emociones (amor y odio) son independientes. La independencia emocional implica necesariamente que ambas emociones puedan experimentarse a la vez. En otras palabras que la experiencia de una no condicione a la otra. Siguiendo el ejemplo anterior, alegría y tristeza son dependientes; estoy alegre en tanto en cuanto no estoy triste.

Puede decirse que se puede odiar y amar al mismo tiempo a alguien, fruto del  binomio atracción - rechazo. Se puede rechazar parte o todo de lo que nos atrae, se puede rechazar la misma atracción. Incluso se puede destruir o desear destruir lo deseado.

Odiar es rechazar


Odiar desplaza el objeto sobre el que proyectamos la emoción (el ser odiado, la cosa odiada) del espacio vital del ser sintiente, el que odia. Es la necesidad de hacer desaparecer del escenario vital lo odiado. En ese sentido es exactamente el signo contrario de la emoción del amor. El signo contrario, el valor extremo opuesto. Pero la relación vincular con el objeto de atracción / rechazo es la misma. Te amo porque me importas. Te odio porque me importas.

En el Haiku propongo la pena como el contrario al odio porque es imposible compadecerse de alguien y odiarlo a la vez. La emoción contraria al amor es la indiferencia: el amor diferencia algo o a alguien del resto y le atribuye significantes emocionales; la indiferencia hace iguales a todos los objetos o entes de ese escenario vital.

Dado que la indiferencia es un estado a priori (de entrada cualquier ser ajeno es indiferente si no tiene ningún atributo, como ser mi sobrino o mi vecino o el amigo de mi amigo, por ejemplo) y quiero encontrar la emoción contraria a una emoción a posteriori (el amor) uso el sustantivo de olvidar, olvido,  por la falta de significado en el ser u objeto antes deseado o amado; es decir, el olvido de sus atributos distintivos.