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Divulgación de psicología orientada a la resolución de problemas.
Este blog trata de emociones, conducta, personalidad y relaciones humanas.
Cada haiku es una condensación respecto a una definición, o a una idea.
Los textos son herramientas de reflexión. Explican el origen del haiku, pero su sentido se lo da cada cual.
Si buscas información para entender el comportamiento, espero serte útil.
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domingo, 5 de mayo de 2013

Haiku 18

Si eres perfeccionista y te reconoces en tus aciertos te felicito.
Pero si eres perfeccionista y te reconoces en tus errores te compadezco.

Haiku 18. La personalidad obsesiva

Obsesión, en latín, significaba "asedio". Parece una buena definición.

La obsesión se caracteriza por la recurrencia de una o varias ideas concatenadas, hilvanadas como los manojos de cerezas;  relacionadas de un modo fijo, de tal modo que una suscita el recuerdo de la siguiente. Esa recursión es inevitable, inescapable, y se arraiga con fuerza en el proceso mental hasta convertirse en un discurso cognitivo, paralelo al pensamiento.

Eso quiere decir que la obsesión es tan invasiva que puede estar presente en el flujo mental "al mismo tiempo que pensamos otra cosa".

El proceso cognitivo


¿Eso es posible?. Más o menos. El truco está en la automatización de uno de los dos "hilos mentales".  Si conduces algún vehículo sabrás bien que podemos llevar un hilo mental en paralelo a la demanda cognitiva ( a lo que la tarea pide) de estar conduciendo. Conduzco y hablo, conduzco y discuto, conduzco y pienso en otra cosa.
Otro ejemplo: ponte a fregar los platos. La demanda de recursos también está estereotipada: mojar, enjabonar, enjuagar, escurrir. En poco tiempo estarás en tu mundo, al mismo tiempo que efectivamente friegas cada objeto sin errores.

La inteligencia humana funciona estereotipando procesos para ahorrar recursos. Recursos mentales, claro. Eso explica, por ejemplo, que siempre te duches de la misma manera, siguiendo el mismo rito. O que puedas haberte vestido "sin darte cuenta". 

A veces parece que tenga Alzheimer


Como contrapartida de ese ahorro, a veces sufrimos sus desventajas: si a la hora de salir de casa, con el proceso automático prácticamente finalizado ("siempre hago lo mismo") y con las llaves en la mano, recuerdas de repente que te tienes que llevar algo que no es habitual, o que tienes que conectar o desconectar algo que no haces habitualmente, o cualquier otro subproceso novedoso... Es muy posible que dejes las llaves en cualquier parte y luego seas incapaz de recordar dónde demonios las has dejado. No te preocupes, no es despiste. Es interferencia.

Pues bien: este proceso de ahorro cognitivo generalmente funciona de abajo arriba, es decir, estereotipando el proceso para liberar capacidad, y usar luego ese "sobrante mental" para otros pensamientos. Pero puede funcionar también de arriba a abajo: estereotipando el flujo mental y no el proceso. En otras palabras: haga lo que haga, siempre pienso en lo mismo.

Las obsesiones


Hay dos tipos fundamentales de obsesión: en el primero una idea genera ansiedad, la ansiedad preocupación, la preocupación hace más relevante la idea, que genera más ansiedad, etc, etc. Son obsesiones ansiógenas. 

Por ejemplo: me duele algo y de repente me asalta la idea de que tengo un tumor ahí. La ansiedad (que ha generado la simple idea) le da verosimilitud a ésta, con lo que se  incrementa el miedo, lo que crea más verosimilitud, lo que crea más miedo... Este tipo de obsesión puede estereotiparse mucho. Las obsesiones más frecuentes de ese espectro son la enfermedad, la contaminación (la obsesión con la limpieza), la seguridad, la celotipia... En cualquier caso, el abanico de posibilidades es enorme.

Pero hay otra forma de generar la obsesión: las ansiedades obsesiógenas.  Un estilo de personalidad ansioso crea una activación mental alta, un estado de alerta permanente. Esa alerta se dirige a todas las actividades vigilando, observando y corrigiendo permanentemente, sobrecorrigiendo, supervisando de forma automática. Ese estilo de personalidad es perfeccionista y rígido en sus esquemas con respecto a lo que está bien y lo que no. Y esa rigidez no le permite pasar por alto la imperfección; cuando la detecta le resulta tan evidente , tan acusadora, que anula lo conseguido en todos los demás aspectos del asunto en cuestión. Un detalle arruina un año de trabajo. La ansiedad sirve de alarma, de aviso, para revisar o rehacer, de modo que resulta difícil concluir la tarea. 

La personalidad obsesiva


La última de las personalidades de base es la más rotunda en cuanto a la expresión de sus opiniones, evaluaciones, criterios... Es desde luego la más crítica con las debilidades propias y ajenas, pero al mismo tiempo, y aunque parezca una paradoja, resulta la personalidad más empática. Su ideario bascula entre el conservadurismo más tradicional y el anarquismo radical; su moral es una norma de vida que no le permite ninguna adaptación, ninguna flexibilidad. Precisamente, "flexibilidad" es una palabra ausente en su mundo mental, y requiere un esfuerzo por su parte para poder tenerla en cuenta y utilizarla cuando es imprescindible. A menudo esta personalidad tarda años en aprender esta necesidad, y su inflexibilidad originaria le crea serias dificultades de adaptación, social y personal.

Le cuesta tirar las cosas, previendo una imprecisa necesidad futura, lo que hace que coleccione ( o, más precisamente, almacene) un variado abanico de piezas inútiles. No lo confundas con el síndrome de Diógenes: la personalidad obsesiva tiene un criterio para tirar o no tirar los objetos y ese criterio suele ser realista. Verdaderamente puede reutilizar tal o cual cosa en el futuro. Pero usará una de cada veinte; las diecinueve restantes acumularán polvo y espacio inútil.

Adopta una actitud rígida desde el punto de vista de la moral o las normas. Esa actitud es el reflejo de la suya propia, es decir, de la que adopta ante sí misma. Suele vivirse esa situación por parte de los demás (especialmente los hijos, o las personas con las que tiene una relación estrecha,o bien jerarquizada o de poder) como una imposición limitativa, cuando en realidad es la expresión viva de sus propias limitaciones. Además generalmente esta personalidad es sabedora de sus tensiones y sus imperfecciones de modo que suele ser, sorprendentemente, solidaria con las imperfecciones de los demás.

En la economía suele ser avara, previendo también necesidades futuras. Pero al mismo tiempo, tal como hemos dicho, suele necesitar proyectar generosidad. Eso hace que tenga, a veces, gastos innecesarios con los demás al mismo tiempo que se comporta de un modo aparentemente ridículo con los gastos ordinarios.

La pareja


Es necesario recalcar que las obsesiones ansiógenas  no constituyen un tipo de personalidad, sino que se instalan en cualquiera de ellos. Hablaremos más adelante de la compulsividad y la trataremos bajo la óptica del comportamiento obsesivo - compulsivo. Ahí veremos cómo diferentes personalidades (unas más que otras, pero varias) pueden ser vulnerables a los celos, la obsesión por la limpieza o la seguridad, etc. Esta entrada trata de otra cosa, la personalidad obsesiva, brevemente descrita en el apartado anterior.

La vida en pareja con esta personalidad es ambivalente. Por una parte mantiene a menudo una actitud hosca ante las necesidades de la pareja, sobre todo por lo que se refiere a las necesidades sociales y a las solicitudes de cambio. Le cuesta cambiar de hábitos, de muebles, de amistades, de dieta. Hasta cambiar el color de las paredes.

Por otra parte seguirá cualquier propósito de la pareja prácticamente sin resistencia, aún cuando su oposición sea manifiesta. Protestará pero no se rebelará. Eso hace que las personas que conviven con este espectro de personalidad adquieran con el tiempo la habilidad de relativizar el impacto que puedan tener sus actitudes, creando una dinámica de asertividad concluyente que no da lugar al conflicto sostenido en el tiempo. Se hace y punto. Como contrapartida, la pareja se siente a menudo sola en la toma de decisiones porque no puede tener en cuenta  el otro criterio, y siente sobre su espalda el peso de las decisiones y las responsabilidades injustamente repartido.

La personalidad obsesiva es esencialmente leal, lo que conforma un espacio de seguridad. Es altamente dependiente, se vincula emocionalmente y no rompe el vínculo aún cuando la situación sea inestable. Puede ser muy rotunda y contumaz en las actitudes, pero no puede romper ese vínculo afectivo sin sufrir un profundo daño. Es terca (un rasgo característico) y lógicamente eso hace difícil la resolución de los conflictos, pero aceptará casi cualquier salida airosa. En realidad es una roca formada por pequeñas piedras sueltas.