Bienvenida

Divulgación de psicología orientada a la resolución de problemas.
Este blog trata de emociones, conducta, personalidad y relaciones humanas.
Cada haiku es una condensación respecto a una definición, o a una idea.
Los textos son herramientas de reflexión. Explican el origen del haiku, pero su sentido se lo da cada cual.
Si buscas información para entender el comportamiento, espero serte útil.
Cualquier comentario es bienvenido.

domingo, 31 de marzo de 2013

Haiku 14

Los príncipes azules existen, pero destiñen.

Haiku 14. del melodrama


Hemos visto ya personalidades expresando sus emociones de forma contenida y también hemos visto a otras con dificultades, conscientes o no, para la comunicación emocional. Hemos visto alguna personalidad víctima de la inestabilidad emocional y alguna otra manipuladora de las emociones de los demás. Vamos a ver ahora cómo se desenvuelve una personalidad que, queriendo ser manipuladora, resulta a menudo víctima de su propia inestabilidad y "asintonía emocional": la personalidad melodramática.

Melodrama y género


La tradición en psicología y psiquiatría relacionaba este tipo de personalidad con la represión emocional, por ejemplo con las víctimas de abusos sexuales en la infancia u otros traumas. Además solía caracterizarse como mucho más presente en lo femenino, como si fuera una "personalidad de género". Lo cierto es que el comportamiento de esta personalidad estereotipa ambas condiciones, es decir: la mujer es casi una caricatura de lo femenino y el hombre es casi una caricatura de lo masculino. Seductores, provocativos, dispuestos a plasmar su rol (de conquistador o de sumisa )... Ambas conductas se dan con más o menos equidad entre los dos. Quizá por lo llamativo, la provocación en el vestir y el comportamiento de la mujer sea simplemente más visible. Hoy se conocen diferentes estudios que demuestran la falsedad de la teoría de la "personalidad de género"; del mismo modo que la "personalidad borde", que hemos descrito en otro haiku, no resulta tampoco un arquetipo de personalidad masculina.

El melodramatismo y la teatralidad en la conducta


Vaya por delante que algunos lectores encontrarán que muchos de los rasgos de este estilo de personalidad les son familiares, y es posible que en algún detalle se reconozcan a sí mismos. Las características más visibles desde el punto de vista de la conducta de la personalidad melodramática son la expresividad, la extroversión, la manifiesta sociabilidad y su comportamiento de grupo. Todas ellas relacionadas con la comunicación y el comportamiento social, y todas con muy buena prensa. Quiero decir que es más popular ser extrovertido que introvertido, por ejemplo; siendo ambos rasgos igual de adaptativos, sanos y válidos en una personalidad normal. Esa "buena prensa" de los rasgos sociales hace que sean comportamientos de elección más frecuente porque es reforzado por el grupo (la empresa, el aula, la familia...).

Aquí no se trata sin embargo de la elección de conducta en entornos sociales sino de una personalidad tipo que se expresa en el mundo mental, y por lo tanto en cualquier entorno.

Suelen ser cuidadosas con su aspecto, al punto de resultar en ocasiones manifiestamente vanidosas en el vestir. En sus variantes más agudas esta personalidad viste de forma claramente provocadora.
La expresión de sus amistades y enemistades, de sus filias y sus fobias, está completamente carente de matices. Eso se traduce en que puede considerarnos un amigo del alma ahora, y poco después, tras algún desengaño real o imaginado por su parte, pasar a engrosar las filas de los enemigos a muerte.

El exceso emotivo


Estas personas suelen expresar sus emociones de manera exagerada. A menudo parecen vanidosas y egocéntricas, y se sienten incómodas cuando no son el centro de atención. El egocentrismo característico es uno de sus principales enemigos porque, a lo largo de su recorrido vital, muchas personas próximas se lo han hecho notar, con lo que esta personalidad ha desarrollado un mecanismo de compensación que generalmente se traduce en un esfuerzo de generosidad volitiva, es decir, intencionada. Como su estado emocional es muy resbaladizo, y además esa generosidad está siempre en un plano consciente, es decir, no es una generosidad automática, los cambios de estado la convierten en generosidad inconsistente. Las personas a su alrededor suelen concluir que su generosidad, como sus valoraciones, no son muy de fiar.

Son seductoras y les inquieta mucho vivir la sensación de no conseguir seducir, conectar, con el otro. Pueden cambiar de apariencia, de comportamiento, de opinión incluso, con el único propósito de conseguir esa seducción. Cuando se encuentran con una personalidad con la que no consiguen sintonizar tras haber desplegado todos sus encantos la rehuyen, y a menudo la consideran una amenaza. Casi siempre buscan apoyos, alguien que les tranquilice y que apruebe su conducta. En cuanto a sus emociones genuinas, éstas están generalmente mediadas, en sus aspectos negativos, por una explosiva mezcla de compulsividad y frustración.

La mente


Su estilo mental es extremista e inestable; ven el mundo y sus acontecimientos en términos de blanco o negro.. Les gusta mediar en las vidas de los demás y suelen estar dispuestos a sacrificarse de un modo honesto, pero esa necesidad de brillar en el centro de todas las situaciones a cualquier precio hace que desplacen a la persona atendida por ellas mismas, lo que evidentemente resulta una pobre fuerza de ayuda.

Algunas variantes de esta personalidad son claramente vivaces, activas y muy impulsivas. Otras son más dependientes. En otros casos sus rasgos característicos se expresan de un modo infantil. Siempre que se sienten amenazados o agredidos desarrollan una conducta intrigante y maquinadora, escondiendo sus intenciones a veces durante largos períodos de tiempo, por lo que pueden ser peligrosos en las relaciones si somos objeto de su ira, fundamentada o no. A menudo no se les ve venir. Su anampatía de base les facilita poder suspender la sintonía emocional con la otra persona en el momento más inesperado, casi siempre cuando más se les necesita.

Algunos teóricos de la personalidad (Eli Somer, Cynthia Schupak y otros) han relacionado esta personalidad con la ensoñación inadaptada, una característica cognitiva y emocional que se concreta en una fantasía excesiva, compulsiva. Esa competencia entre el mundo real con el mundo fantaseado al que la persona acude recurrentemente explicaría la dificultad que presentan en la concreción de sus problemas y las "salidas por la tangente" tan características de este estilo de personalidad.

La pareja


La convivencia con esta personalidad no es fácil, pero desde luego es entretenida. Antes o después la valoración del otro cambiará de signo para ella, pasando de ser "absolutamente fantástico" a "absolutamente despreciable". Esta ambivalencia puede fluctuar de forma esporádica durante años, en algunos casos toda la vida. Y es que aunque la personalidad sea característicamente inconsistente, la convivencia y el trato se pueden afianzar en relaciones de muy largo recorrido. Es una compañera tenaz, creativa, capaz de asumir los retos mayores y las situaciones más difíciles casi con indiferencia, lo que proporciona a la pareja un acopio de coraje. Son facilitadoras sociales; su mimetismo emocional y su manejo en las situaciones públicas pueden simplificar la vida social de su acompañante, sobre todo si no se maneja bien en esos ámbitos.

Se sienten atraídas por la personalidad narcisista, de la que hablaremos próximamente, y por el resto de las personalidades anampáticas. Con las empáticas (dependiente, tímida, etc) se llevan bien pero no congenian lo suficiente para establecer relaciones de pareja. Les caen bien, pero no les atraen. Las más intensas se dan con la personalidad inestable con la que, si llegan a establecer una pareja, resulta siempre extraordinariamente tormentosa.









domingo, 17 de marzo de 2013

Haiku 13

Ve tras la felicidad. No vayas por delante.

Haiku 13. de la inestabilidad

Ya hemos visto alguna personalidad anampática, es decir, carente de la capacidad para sintonizar con las emociones ajenas. También hemos dicho que este factor tiene su complementario, la empatía, con mucha mejor prensa y popularidad aunque no es ni mucho menos tan inocua. No se trata de "bueno" o "malo"; la bondad  o la maldad de los factores está en su proporción. Por ejemplo la empatía resulta un grave problema cuando va emparejada con una falta de asertividad, o sea, cuando a menudo digo "sí" pero quiero decir "no". También es problemática (la empatía, digo) si mi personalidad necesita ser atendida por mí mismo (me refiero a la autoimagen y a la autoestima) y esa "vivencia proyectada de las emociones de los demás" me impide atender a mi propia identidad con desahogo.

Entre la empatía y la anampatía


Bueno. Pues entre la empatía y la anampatía habita una personalidad. Vive en el límite, en la frontera entre esos dos escenarios mentales. A esta persona la capacidad de conectar con las emociones de los demás la coloca en una situación de defensa; es emocionalmente inestable y explosiva, sus relaciones y su vida laboral están marcadas por las rupturas o los choques y por las reconciliaciones.

Su vida es un desorden emocional y una montaña rusa. Cuando se queda a solas puede padecer sensaciones de vacío existencial, vital, que le lleva a sufrir vértigos emocionales. Intenta compensarlo con el contacto, la comunicación o el trato con otros. A veces buscará a la persona o las personas más importantes o significadas pero puede ser también que esta ansiedad lleve a una  búsqueda de contacto superficial e incluso anónima.

No es rara  la conducta de riesgo en las relaciones interpersonales y una marcada compulsividad en alguna área de la vida. (Como hemos dicho otras veces las más comunes son la comida, el alcohol, tabaquismo y resto de sustancias psicoactivas, el sexo, las compras y el juego).

También puede ser compulsiva por la vía de la autodestrucción, por ejemplo mediante pequeñas lesiones que reducen su sensación de ansiedad (cortes o quemaduras), o alimentando el sexo de riesgo o el "sexo duro", aunque estos comportamientos son menos frecuentes

Todas estas situaciones son el resultado de una vulnerabilidad extrema  a la ansiedad intensa, Durante los períodos de la vida en los que está sometida a fuerte estrés es susceptible de padecer ausencias mentales e incluso dificultades de coherencia.

El Miedo y la Rabia


El principal  temor de esta personalidad es el rechazo sin posibilidad de defensa, o aún peor, ser ninguneado o descalificado emocionalmente. Es notable su reacción ante el retraso en una cita, por ejemplo, o ante un cambio de planes. En general se siente atacada cuando percibe que no ha sido tenida en cuenta. Esta situación suele acarrear una respuesta emocional de rabia o enfado desenfrenados, y una beligerancia que hace imposible el acuerdo o la reconciliación. Ese estado emocional sólo se frena ante la percepción de "haber devuelto el daño".

Como a menudo la fuente de su ira no cree haber hecho nada tan grave (por haberse retrasado, o por haber adaptado sus planes a una demanda nueva, por ejemplo) se da la circunstancia de que la conciliación es difícil o imposible, es decir, se provoca necesariamente el conflicto y la crisis sin solución de continuidad.

Ahora bien: a diferencia de otros perfiles esta personalidad necesita tener la seguridad de haber obrado cuerdamente, porque con la calma (en unas horas, a veces unos días) llega la revisión del convencimiento. No lo he hecho bien... pero tenía razón. Y necesita de forma urgente que se le reconozca esa razón porque de lo contrario se ve expuesta a "verse a sí misma desequilibrada".

Personalidad Intensa


 Oldham y Morris (1995) describieron una variante de esta personalidad ("personalidad de estilo mercúrico"): procesa la experiencia desde un punto de vista emocional y no desde un punto de vista lógico formal, y es capaz de mostrar sus sentimientos con espontaneidad (a menudo se la considera "demasiado franca") y con creatividad. Socialmente activa, está dispuesta a la experimentación en el ámbito de las relaciones interpersonales y puede explorar diversos roles con sus diferentes sistemas de valores. 

Sus relaciones puntuales, anecdóticas, se convierten inesperadamente en relaciones de alta proximidad, lo que precipita un aumento de la densidad en la relación que atropella los acontecimientos a menudo en un sentido no deseado. Como reclama un nivel de vinculación de la pareja súbitamente alto se suele encontrar ante dos  posibles escenarios: o la pareja entra en el juego de forma natural , lo que pronostica una relación turbia y jalonada de episodios de alta intensidad emocional, o se produce un rechazo de plano que enfría súbitamente la relación y en ocasiones la finaliza. 

Esta necesidad de "fusión" es sin embargo paradójica porque en breve se encontrará reclamando independencia, reclamación que expresará también de forma intensa, en algún caso con episodios de infidelidad o de distancia, consecuencia de la necesidad de compensar una situación de dependencia que, en definitiva, la personalidad ha construido sin ayuda. Puede pasar de la idealización a la devaluación, de las personas (entonces su capacidad de adaptación está dañada) o simplemente de su comportamiento. En cuanto a la búsqueda de sensaciones, si bien es cierto que constituye un peligro asociado a la compulsividad, puede ser también un factor de enriquecimiento personal a través de la multiplicidad de experiencias, siempre y cuando pueda acomodarlas en su propia identidad sin daño. 

La inestabilidad estable


La explosión emocional a la que nos referíamos antes puede ser modulada y la personalidad aprende con el tiempo a modularla, con lo que esas reacciones intensas no tienen porqué ser destructivas. Si presenta un perfil de bajo tono vital  (salvo en los episodios de ira, naturalmente) su trato puede resultar algo más flexible.  Si su estilo es vital o simplemente más activo se manifiestan con más claridad los componentes ansiosos. 

En cuanto a la impulsividad, si la personalidad se complementa con un estilo de personalidad aislada (que veíamos en un haiku anterior) será mucho menos orgánica, menos voluble, pero al mismo tiempo con una fuerte presencia del sentimiento crónico de vacío que puede resultar muy incapacitante. La compulsividad compensa parcialmente el componente destructivo de ese sentimiento pero, como es lógico, su impulso genera otras amenazas. De lo visto con respecto a esta personalidad me quedo con una frase de Schmideberg: su inestabilidad es estable. 

La pareja


En cuanto a sus relaciones de pareja y aunque es difícil echar a andar con una persona de estas características, si la relación supera los primeros pasos y la vinculación afectiva es buena pueden funcionar muy bien y aportar un valor de incondicionalidad en el vínculo emocional que es difícil encontrar en otro tipo de personalidad, si es que hay alguno.

La relación funciona bien cuando se establece un marco emocional y funcional estable, y estas personas pueden enriquecer mucho una relación con una pareja cuidadosa y tolerante que simplemente entienda el proceso. A medio y largo plazo son parejas de valor, enriquecedoras en un flujo de vida que, en el mejor de los casos, jamás será aburrido, ni gris, ni tibio, ni predecible.

domingo, 3 de marzo de 2013

Haiku 12. de la rotundidad

Al principio la palabra "simpatía" significaba "sentir igual que el otro". O sea: la simpatía no estaba relacionada con la buena disposición o el buen ánimo, sino simplemente con la concordancia en la emoción. Lógicamente "antipatía" era la reacción contraria a la emoción emitida por el otro, la oposición a esa concordancia emocional. Las dos palabras comparten la voz "pathos", que viene a significar pasión o emoción íntima, intensa e inducida, como por ejemplo ante la presencia de alguien deseado o amado, o ante un objeto o acontecimiento (una obra de arte, una música) conmovedor.
De modo que la simpatía era la sintonía con la emoción en el otro, y la antipatía su disonancia. 
Bueno, como simpatía es hoy una palabra con otros significados (modo de ser agradable, inclinación afectuosa, etc.), cuando queremos hablar de esa concordancia usamos "empatía".

Empatía y Anampatía


Así que en resumidas cuentas soy "empático" si sintonizo la emoción del otro y la puedo proyectar sobre mis emociones; vivirla de algún modo como propia.
Pero soy "antipático" si a esas emociones del otro, que he sintonizado correctamente,  opongo resistencia. Si me niego a converger y rechazo frontalmente, explícitamente, la "concordia" emocional.

Entonces: hay un factor comunicacional llamado "empatía" que tiene dos valencias (dos valores extremos) : positiva y negativa; simpatía y antipatía. La primera es la concordancia, la segunda la disonancia de la comunicación emocional. Fíjate que en la antipatía la persona sabe la emoción del otro, pero no la acepta.

Por último: el opuesto de este factor es la "anampatía", la facilidad para generar distancia emocional y mental con las emociones de los demás. O la dificultad para entender el mundo emocional y mental del otro, como quieras. Y también tiene dos valencias: positiva y negativa, aceptación y rechazo. Un anampático positivo no crea conflicto, más bien intenta "sintonizar", aunque sea "de oído" . Puedes imaginarte a esa persona intentando caer bien, diciendo cosas que se supone son agradables, mostrándose conciliador, pero te das cuenta enseguida de que es un patoso emocional, una persona con dificultades para transmitir sintonía.

En cuanto a la valencia negativa, un anampático negativo no es antipático sino clara y definitivamente "borde" (impertinente, desagradable, odioso, incómodo).

El antipático está emocionalmente activado: soy antipático porque me enfado, o me ofendo, o simplemente me incomodo. Pero quien se expresa de esa forma "borde" no lo hace enfadado o molesto, al contrario; lo que nos desagrada de su comportamiento es que lo hace de forma fluida, sin expresar emociones intensas.

Personalidad y Anampatía


Del espectro de la anampatía habíamos hablado ya, aunque sin mencionarla. La personalidad aislada y la excéntrica son anampáticas, tienen dificultades para sintonizar con el mundo emocional de los demás. Eso no significa que no lo intenten, como hemos visto. Pero hay un espectro de la conducta, un tipo de personalidad, que no entiende el mundo mental de los demás aunque imita el comportamiento como si lo hiciera. Esa personalidad puede ser seductora, impulsiva, ocurrente, locuaz, activa... y rotunda.

Tiene aversión al aburrimiento, es astuta y voluble aunque ella cree que su opinión es siempre la misma, puede ser manipuladora y con falta de remordimiento: cree que lo que piensa  es la verdad porque siempre elige bien; su moral es la acertada porque discrimina el bien del mal según su propio criterio, es decidida y asertiva, justifica sus actos por sus razones. Piensa que hace lo que hacen los demás; al fin y al cabo todos se preocupan por sí mismos. Como las otras personas esgrimen sus emociones para manipular a los demás, la manipulación emocional está justificada.

Esta personalidad presenta muchos rasgos que son muy valorados y deseados por la mayoría lo que a menudo les convierte en modelo, sobre todo si esos rasgos no son exagerados, es decir, si conserva una conducta adaptada. Puede resultar muy atractiva, segura de sí misma, y consigue con relativa facilidad un estatus de poder.

En el ámbito laboral puede ser explotadora y celosa de las habilidades, las capacidades y sobre todo el éxito de los demás. Tiene un sentido grandioso de sus méritos y a veces adopta un estilo de vida parasitario. Su afecto es superficial, pero lo disimula. Puede mentir con naturalidad para conseguir sus objetivos o simplemente para manipular o provocar desconcierto.

Su control de la conducta sin embargo no es muy bueno; presenta a menudo compulsividad con las sustancias o con las compras, aunque también se puede dar la compulsividad en ámbitos aparentemente muy sanos, como el deporte, que puede practicar con dedicación inusual. Es muy resistente a adaptarse a la autoridad o la norma; fácilmente puede pasar por donde no debe o conducir por una calle en dirección contraria, sólo porque "esa prohibición no tiene sentido".  En algunos casos  puede tener conducta sexual promiscua o simplemente infidelidad recurrente. También en ocasiones tiene dificultades para elaborar y llevar a cabo planes de vida estables, de largo alcance, y cuando los genera no son muy realistas.

La pareja


En el plano interpersonal sus relaciones de pareja pueden ser un ejemplo de sociedad, o de relación simbiótica, en la que el estatus, el cuidado de los hijos, la proyección pública, etc. pueden resultar elementos muy cuidados. Si su conducta no es muy adaptada entonces las relaciones de pareja suelen ser inestables, breves y a veces intermitentes.

Por sus características se emparejará con facilidad con la personalidad inestable o con la dependiente, creando un vínculo en el que puede manejarse con habilidad por la adscripción que genera en la otra persona. Como resulta que, a diferencia de los anampáticos explícitos, simula los vínculos emocionales, si la relación no es sana se puede alargar en el tiempo provocando una fuerte inestabilidad en la vida de la otra persona, inestabilidad que utiliza para trabar la relación y ajustarla a sus necesidades, manteniendo la imagen de estar emocionalmente implicada.

Si su patrón de conducta es adaptado y se trata de una persona con voluntad para madurar emocionalmente puede resultar una relación fecunda. Siempre tendrá como característica crítica un carácter fuerte y una asertividad muy robusta, pero puede resultar una compañía colaboradora y protectora, aunque el trato pueda resultar difícil, y la comodidad en la relación un estado intermitente.

sábado, 2 de marzo de 2013

Haiku 11

Poder es poder. Querer es poder o no poder

Haiku 11. de la excentricidad


Hemos presentado ya dos tipos de personalidad: la personalidad suspicaz, que  vive frecuentemente con la  impresión de que le concierne todo lo que sucede a su alrededor y con la sospecha de que se le oculta información, o de que se le manipula.  Y la personalidad aislada que, por el contrario, vive en una especie de ausencia mental, de modo que es fácil que se le pase por alto algo que le concierne simplemente porque no se ha parado a pensar que aquello tenga que ver con él.

Pues bien: la personalidad excéntrica resulta ser una curiosa mezcla de ambos mundos.

La personalidad excéntrica


Si la comparamos con la personalidad aislada tiene como ella un estilo de vida apartado, claramente independiente. Pero la personalidad excéntrica no quiere vivir fuera del grupo, aunque no disfrute de su integración. Dicho en pocas palabras: quiere lo que no desea.

También se parece en la fragilidad de las respuesta emocionales asociadas a  sus afectos, es decir, en la capacidad para distanciarse de personas que han significado mucho en su vida, sin dependencia y sin remordimientos, con una facilidad  que a otras personas puede parecer envidiable. La personalidad excéntrica utiliza también, como la personalidad aislada, un lenguaje diferente, peculiar, a veces claramente extraño.

Suele creer que le conciernen acontecimientos sin ninguna relación con ella, tiene creencias peculiares y pensamiento mágico congruente o no con las tradiciones, las supersticiones, etcétera. Siempre sospecha una causa oculta tras una simple coincidencia, y siempre interpreta los hechos a la luz de lo que "podría estar detrás".  Cuando habla con los demás les transmite esas ideas explicando la supuesta relación entre la causa  y el efecto con rotundidad, señalando además las posturas contrarias o alternativas como ingenuas.

Y es que se da el caso  de que siempre encuentra explicaciones alternativas a los hechos. Fíjate en que cuando hablábamos de la personalidad suspicaz veíamos que esas interpretaciones giraban entorno a ella misma. La personalidad excéntrica extiende las explicaciones alternativas a todo lo que sucede a su alrededor y a todo aquello de lo que tiene conocimiento. Nunca o casi nunca hay una relación causa - efecto normal y simple. Si quieres que este tipo de personalidad te preste atención trata de explicarle cualquier suceso por causas supuestamente escondidas, aunque sean peregrinas.

Cómo se comunica


Ese característico lenguaje al que nos referíamos oscila  entre  lo vago y lo excesivamente  minucioso; y en algunos casos se dan ambos, sobre todo cuando se trata algún tema relacionado con aquello que está escondido, ignoto, misterioso... aunque también puede ser relacionado con las esferas de poder de la sociedad en la que vive, o con las supuestas verdades respecto a cómo son o cómo viven esas personas poderosas. Por otra parte, frecuentemente alcanzamos un nivel de intimidad suficiente con este tipo de personalidad cuando , en confianza, nos relata alguna experiencia mística, espiritual o esotérica.

La personalidad excéntrica no es tampoco una personalidad patológica, en proporción adecuada. Ya hemos dicho antes que estos perfiles arrojan luz sobre los aspectos más relevantes de los tipos de personalidad definidos en función de los grandes rasgos, pero no se trata de psicopatología. Su personalidad puede ser algo peculiar, pero ¿cuál no lo es? Desde luego, cualquier personalidad excéntrica normalizada puede tener una vida social, familiar y de pareja completa.

Ahora bien: hay dos aspectos especialmente característicos. No están a la vista en todas sus variantes, pero cuando se manifiestan resultan muy contundentes.

Características


Uno es su pensamiento tangente. Recuerdo un caso en el que ella se había enfadado porque él le había regalado una rosa (es tradición donde vivo que las parejas se regalen rosas el 23 de abril) el día 24, ya que esperó a que estuvieran de oferta. Él no comprendía su enfado, y no podía entender tampoco que ella no apreciara el gesto que él tenía de cuidar la economía de la pareja. No se trata de que fuera un hombre tacaño o con problemas de dinero; realmente él lo había hecho pensando que era un bonito gesto para poner de manifiesto un proyecto común.

El otro es su excentricidad o extravagancia en el vestir. Si se trata de una persona con recursos económicos es capaz de salir a la calle vestido con combinaciones de colores y formas verdaderamente atrevidas, por decirlo de forma suave. Se comporta con naturalidad con ropa o complementos estéticamente singulares.
Si es una persona de nivel económico medio o bajo puede parecer desaliñado, combinado al azar y sin gusto, y a veces  extremadamente llamativo, dado que su excentricidad no se ve suavizada por el diseño. 

La personalidad excéntrica vive sus relaciones a la defensiva; suele tener activados muchos registros automáticos de defensas sociales y es difícil atravesar su coraza, esa postura que adopta en la comunicación. Además a menudo tiene dificultades para coordinar las expresiones corporales, como sonreír o asentir con la cabeza, y se queda mirando fijamente al interlocutor, lo que provoca un escollo en la comunicación no verbal. Por otra parte, consecuencia directa de esa supuesta capacidad para descubrir causas ocultas, la personalidad excéntrica vive convencida de que interpreta con facilidad el pensamiento de los demás, y suscribe con rotundidad la idea de "sé lo que el otro piensa". Eso hace muy difícil el acuerdo, porque se afana en la búsqueda de indicadores y pistas que confirmen sus prejuicios sin atender a la información más transparente. 

La pareja


Es difícil la pareja con esta personalidad, sobre todo a largo plazo, porque no suele necesitar tener relaciones íntimas y su dependencia emocional es escasa. Su vida sexual no es muy activa, y cuando se siente atraída por otra persona resulta ser a menudo el componente de esa atracción una ideación más o menos platónica de una relación intelectual y  mística. Sin embargo puede plantearse con firmeza el propósito de la procreación y de buscar una pareja para poder llevarlo a cabo. Su comportamiento será entonces muy colaborador, sobre todo en las necesidades del nido y en la generosidad con los recursos conseguidos, pero se irá distanciando paulatinamente del ámbito de la comunicación emocional , porque es un escenario en el que se encuentra claramente incómodo. Otra vez quiere lo que no desea. Como además alimenta un sistema interno de creencias no convencional sucede que  no acepta las normas sociales, hecho que dificulta a menudo el funcionamiento de la pareja en público.

Las mejores aportaciones de la personalidad extravagante en la convivencia radican en su capacidad para transmitirnos el valor de la independencia y la autovaloración. No gestionan bien el lenguaje de la empatía con lo que sus intentos son a veces un poco patéticos  pero se implican en conseguir comunicarse emocionalmente y sobre todo en entender las comunicaciones emocionales de los demás. Quieren, pero a menudo no pueden, hacerse entender.