Bienvenida

Divulgación de psicología orientada a la resolución de problemas.
Este blog trata de emociones, conducta, personalidad y relaciones humanas.
Cada haiku es una condensación respecto a una definición, o a una idea.
Los textos son herramientas de reflexión. Explican el origen del haiku, pero su sentido se lo da cada cual.
Si buscas información para entender el comportamiento, espero serte útil.
Cualquier comentario es bienvenido.

viernes, 14 de agosto de 2015

Haiku 21. De la vitalidad

Satán tuvo una hija, Erika, y con ella quiso dominar a la humanidad. Después de engendrarla le dio apariencia humana y la envió a la tierra para que se criara en el seno de una familia que, ignorante por completo la naturaleza de su hija adoptada, le dio calor y cariño. Satán tenía en mente que debía salvaguardar su identidad, así que envió a la niña como un bebé, sin conocimiento de sí misma ni memoria.

La niña fue al colegio, tuvo amigas y amigos, conoció gente, viajó, aprendió idiomas y costumbres. Sus padres humanos le enseñaron a comer, a vestirse, a relacionarse. Como su desarrollo fue perfectamente humano ella aprendió, como sus amigos, a través de la vida.

Se sabía diferente porque no conseguía amar. Erika no se enamoraba de nadie. Y tampoco parecía importarle. Consciente de que sus amigas y amigos referían sentimientos que ella no parecía abrigar, observaba sus idas y venidas en el terreno del amor. Ella no lo necesitaba, pero entendía que era importante para ellos. 

Sus padres, que desde niña habían advertido en ella una fuerte independencia mental, habían sabido inculcarle los conceptos de equidad, libertad y justicia. Erika respetaba a los demás tanto como a sí misma. Sin ideología ni creencias, se regía por sus principios.

Entendía y aceptaba las imposiciones de la moral y las buenas costumbres. No experimentaba la vergüenza pero entendía las situaciones vergonzantes y gestionaba su comportamiento para que éstas no se produjeran. Valoraba y comprendía bien la necesidad afectiva de sus padres, familiares y amigos y procuraba no dañarles.


En su 25 cumpleaños recibió la visita de Satán. Primero en forma de sueño, una visión de su encuentro, que tendría lugar el día después. Erika se despertó sobresaltada. Al volver a dormir se repitió exactamente el mismo sueño. Volvió a despertar, esta vez menos asustada, y se durmió de nuevo. Por tres veces soñó exactamente lo mismo.

Al día siguiente, por la tarde, las cosas  se sucedieron una tras otra igual que en el sueño, y en el momento justo se apareció su padre. Erika tuvo en aquel momento la revelación súbita de quién era él, de quién era ella, y qué les unía. 

Satán le ordenó que volviera a su reino. Con su conocimiento de los sentimientos humanos podría, por fin, vencer al poder de la creación.

Mientras Satán hablaba Erika tenía la mirada perdida, como si viera a su través. Sentía que aquel ser era realmente su padre, y notaba la fuerza de la sangre.

Sus principios la obligaban a quererle y respetarle.

Los mismos principios la obligaban a repudiarle.

No sabía qué hacer.

Tal vez puedas ayudar a Erika. Si lo rechaza  contraviene su principio de respetar a su padre; si le obedece contraviene su principio de  bondad.


¿Cuál es tu consejo?

Haiku 21

La vida es una ocasión para la curiosidad y para las emociones

sábado, 8 de febrero de 2014

Haiku 20

No me chilles que no te veo

Haiku 20. del canal en la comunicación

Watshapp, Faceboock, redes.

Psicología y comunicación son dos palabras anudadas. En la consulta ha sobrevenido últimamente un matiz nuevo al problema de la comunicación: casos de ruptura de pareja en los el cónyuge abandonado no deja de mirar las actualizaciones del facebook del otro, o su última conexión en Watshapp. También madres y padres preocupados por el tiempo que sus hijos están conectados a las redes sociales, frente al ordenador, o a los juegos on line. 

Paradójicamente esos mismos progenitores y esos cónyuges plantados se quejan de la falta de comunicación. ¿Estar conectados desconecta ? ¿Cómo podemos estar conectados y desconectados al mismo tiempo? Aristóteles ya nos dijo que una cosa no puede al mismo tiempo ser y no ser. Y no hacía falta ser muy listo.

Aristóteles no tenía Tuenti

Pero también se preocupó por la comunicación. Decía que hay que analizar  lo que se dice, cómo se dice y quién lo dice. 

Lo que se dice es el contenido.  "María es muy atractiva" .

Cómo se dice es la emoción que transmito con mi mensaje. "¡Qué buena está María!" . Es lo mismo, pero no es igual.

Quién lo dice lo traduciríamos hoy por "el canal". Si no conoces a María todo dicho no vale mucho. Si eres su pareja no es lo mismo que si eres su tío. También tiene que ver con el medio; "información escrita" en el caso de la frase del ejemplo, lo que deja fuera a las personas analfabetas o desconocedoras de mi lengua. Sólo sintoniza el canal "lector".

Pero fíjate que hemos colocado el "canal lector" en un blog, en la red. No está en una  valla publicitaria, el titular del periódico, un rótulo, el tablón de anuncios de la escalera. Y estando al alcance de todo el mundo sólo los lectores de este texto leen este párrafo. El canal está abierto, el contenido no está encriptado, se escribe de forma que cualquiera puede entender. Pero sólo llega el mensaje a quien sintoniza.

Los Beatles

En los años 60 del siglo pasado el canal "música popular" pasó a ser el medio de comunicación de la juventud. Hubo espacio para todos, trascendentales e intrascendentes, comprometidos y superficiales. En ese canal se transmitía la información que la gente joven estaba buscando, sus temas de su interés: el amor, el desamor, la soledad, la incomprensión, la compañía, las emociones. Los mayores de 50 conocían el soporte, la música, y podían oír exactamente la misma información. Pero no estaban sintonizados. El significado no estaba en el canal ni en el emisor, sino en quien recibía el mensaje.

Hoy el  canal también añade significado. Fíjate: hasta la invención de la radio y la telegrafía el canal se confundía con el soporte. Por supuesto podías falsificar un escrito y hacer creer que otro era el autor, pero no estamos hablando del emisor sino del receptor.  En 1938 Orson Wells transmitía "La guerra de los mundos" simulando un informativo. "Quién" fue lo que llamó a confusión a miles de ciudadanos alertados por la supuesta invasión alienígena (si no conoces la anécdota echa un ojo al artículo de Wikipedia). Para la mayoría de los oyentes "Quien" era un servicio informativo; los que habían oído la introducción sabían que "Quien" era el elenco de actores de radio teatro. Para todos el canal y el soporte eran el mismo: la emisora.

En resumen: hasta el siglo XX "canal" y "soporte" eran en la práctica intercambiables y hoy se han ido cada uno por su lado.

Hasta entonces la "sintonía" era analógica; estás sintonizado o no lo estás. Hoy es digital: puedes estar algo sintonizado, pero no lo suficiente.

En la onda

En el caso de los adolescentes aislados o los padres desintonizados, antes de dar por hecho que el problema está sólo en una parte hay que revisar si realmente existen alternativas, es decir, si damos opciones de comunicación además de las que da el simple contacto. Parafraseando a Tácito, los jóvenes encerrados pueden confundir la soledad con la paz, tal vez porque el entorno puede ser hostil o simplemente asfixiante. Resolverlo con un "a su edad yo estaba todo el día en la calle con amigos" no soluciona el problema, culpabiliza a una parte y, al final, "la calle con los amigos" es hoy sobretodo un espacio virtual, de modo que tampoco es una alternativa. Otra cuestión, claro,es el asunto de "que les de el aire". Pero es fácil entender que nadie quiere salir a sentarse en solitario en una acera, sólo porque "tiene que salir más". No sé, proponer alternativas realmente atractivas tampoco está de más, ni es tan difícil ¿no crees?

Borra el chat

En cuanto a la cuestión de la dependencia emocional después de la ruptura es muy importante conservar la autoimagen, y desconectarse de la vida del otro. No irías a hacer guardia en la puerta de su casa, a la salida de su trabajo, o a hacerte invisible tras la barra del local que frecuenta. Tampoco pincharías su teléfono, ¿verdad?. Que no te vea rastrear por el Watshapp o el Facebok no te hace inmune al deterioro que significa para ti aceptar tu patetismo, aunque sea sólo ante ti. O mejor: especialmente por eso.

Deja de maltratarte y desenchufa.

sábado, 4 de enero de 2014

Haiku 19

Moderarse es más difícil que abstenerse

Haiku 19. De la compulsividad

Compulsividad son una palabra y dos ideas. Hija de compeler (Obligar a alguien, con fuerza o por autoridad, a que haga lo que no quiere) y sobrina del impulso (Deseo o motivo afectivo que induce a hacer algo de manera súbita, sin reflexionar).

O sea que la compulsividad me obliga a hacer lo que no quiero hacer, precisamente porque quiero hacerlo.

El impulso es el motor, el generador interno que me empuja al acto. "Ana es muy impulsiva" lo entiendo como: Ana actúa de forma irreflexiva.

Compulsividad y normalidad

La compulsividad es corriente. Está muy generalizada pero no provoca conflictos porque no se instala en nuestro comportamiento de forma invasiva y excluyente. ¿Quién no se ha comprado una prenda que no necesitaba, un objeto inútil, un capricho? ¿Quién no ha comido algo más de la cuenta en alguna ocasión, o no ha bebido en exceso? A la mayoría de los coleccionistas les resulta difícil resistirse a la compra de un objeto más para su colección; otras personas son incapaces de dejar de fumar, no ya por la sustancia adictiva - hoy hay muchas soluciones diferentes para mantener una tasa de nicotina en sangre sin fumar - sino por la conducta misma.

Y sin embargo hay personas también que, con toda naturalidad, comen y beben lo justo, compran lo necesario, incluso fuman moderadamente. Sin esfuerzo.

La compulsividad está en el fondo de muchas dificultades de conducta, en la raíz de algunas patologías y en la constitución de muchos problemas, Algunos trastornos de personalidad y algunos rasgos apuntan directamente a este popular componente: la compra compulsiva, el abuso del tabaco, alcohol u otras sustancias psicoactivas, la obsesión enfermiza por el trabajo, los rituales supersticiosos, la obsesión por el peso, el culto al cuerpo o el deporte, el "síndrome de Diógenes", etc. 

Suele diferenciarse de la obsesión por la conducta observable: la compulsividad es acto y la obsesión pensamiento. Pero como en casi todo, no está tan clara la frontera en la realidad como lo está sobre el papel.

Procesamiento irónico

Seguramente el ejemplo más utilizado del procesamiento irónico es la cita de Dostoyevsky: "trata de no pensar en un oso polar"

En ese juego, el problema no es la obsesión (no estamos obsesionados con la imagen del oso) sino la compulsión (no podemos evitar pensar en el oso, precisamente porque queremos evitarlo). Pensar en evitarlo es pensar en él. Compara el juego con "no pienses en el tabaco" o "no pienses en la comida".

También es una muestra acerca de la dificultad de establecer la diferencia entre compulsividad y obsesión. El truco está aquí en que la compulsividad (la imagen invasiva del oso blanco) no es mecánica (como comprobar cinco veces si la puerta está cerrada, por ejemplo) sino puramente cognitiva. En otras palabras: la obsesión es una forma de compulsión mental.

Las manías

Es interesante observar que nuestro modo de entender la conducta "normal" a menudo se maneja a través de una proporción no establecida de lo que consideramos cantidades adecuadas. Un poco de tenacidad es tesón; mucha es terquedad. Pero "poco" o "mucho" son, en realidad, relativos. Para según quién, según cuándo, según qué.

Este aspecto es importante. Lo que resulta excesivo para una persona puede no serlo para otra. Las personas con pensamientos obsesivos o conductas compulsivas generalmente son conscientes de la rareza de su conducta (saben que no es frecuente ni aceptada como normal por la comunidad). Pero es normal para ellos. Han normalizado su comportamiento y sus pensamientos a través del hábito (llevan mucho tiempo pensando o haciendo lo mismo) y suele estar tan interiorizado que ya no se lucha. Por lo tanto, lo mejor es no hablar del asunto. Así que suelen ser muy reticentes a comentar ningún aspecto relacionado con las obsesiones y mucho menos a dar explicaciones.

Otro aspecto muy importante también es el grado de popularidad que tenga la compulsividad o la obsesión en cuestión. Una persona con una tendencia a la compulsividad en la limpieza puede ser considerada muy pulcra y hasta "un poco maniática" (siempre, claro está, que su compulsividad no sea enfermiza, es decir, que no dificulte de manera severa el normal desarrollo de su vida). Si su compulsividad está relacionada con la seguridad (cerciorarse cinco veces de haber cerrado la puerta, como decíamos antes) es poco probable que su entorno se muestre tan comprensivo.

Compulsividad y personalidad.

Tienen rasgos compulsivos las personalidades antisocial ("borde", Hayku 12), inestable (13), melodramática (15) Tímida (16) y obsesiva (18). De forma mucho más acusada la suspicaz (9) narcisista (15) y dependiente (17).
En cuanto a la excéntrica (11) pueden darse episodios de compulsividad pero a menudo son consecuencia de pensamiento mágico o supersticioso. La personalidad aislada (10) es la más inmune, tanto a la obsesión como a la compulsividad.

El polo opuesto de la compulsividad es el autocontrol. Aunque parezcan extremos negativo y positivo no hay que dejarse engañar por los prejuicios, porque el autocontrol excesivo es, en sí mismo, un comportamiento compulsivo. En la proporción está la clave. El problema a menudo es decidir qué o cuánto es proporcional. Pero eso, como suele decirse, es ya otra historia.

domingo, 5 de mayo de 2013

Haiku 18

Si eres perfeccionista y te reconoces en tus aciertos te felicito.
Pero si eres perfeccionista y te reconoces en tus errores te compadezco.

Haiku 18. La personalidad obsesiva

Obsesión, en latín, significaba "asedio". Parece una buena definición.

La obsesión se caracteriza por la recurrencia de una o varias ideas concatenadas, hilvanadas como los manojos de cerezas;  relacionadas de un modo fijo, de tal modo que una suscita el recuerdo de la siguiente. Esa recursión es inevitable, inescapable, y se arraiga con fuerza en el proceso mental hasta convertirse en un discurso cognitivo, paralelo al pensamiento.

Eso quiere decir que la obsesión es tan invasiva que puede estar presente en el flujo mental "al mismo tiempo que pensamos otra cosa".

El proceso cognitivo


¿Eso es posible?. Más o menos. El truco está en la automatización de uno de los dos "hilos mentales".  Si conduces algún vehículo sabrás bien que podemos llevar un hilo mental en paralelo a la demanda cognitiva ( a lo que la tarea pide) de estar conduciendo. Conduzco y hablo, conduzco y discuto, conduzco y pienso en otra cosa.
Otro ejemplo: ponte a fregar los platos. La demanda de recursos también está estereotipada: mojar, enjabonar, enjuagar, escurrir. En poco tiempo estarás en tu mundo, al mismo tiempo que efectivamente friegas cada objeto sin errores.

La inteligencia humana funciona estereotipando procesos para ahorrar recursos. Recursos mentales, claro. Eso explica, por ejemplo, que siempre te duches de la misma manera, siguiendo el mismo rito. O que puedas haberte vestido "sin darte cuenta". 

A veces parece que tenga Alzheimer


Como contrapartida de ese ahorro, a veces sufrimos sus desventajas: si a la hora de salir de casa, con el proceso automático prácticamente finalizado ("siempre hago lo mismo") y con las llaves en la mano, recuerdas de repente que te tienes que llevar algo que no es habitual, o que tienes que conectar o desconectar algo que no haces habitualmente, o cualquier otro subproceso novedoso... Es muy posible que dejes las llaves en cualquier parte y luego seas incapaz de recordar dónde demonios las has dejado. No te preocupes, no es despiste. Es interferencia.

Pues bien: este proceso de ahorro cognitivo generalmente funciona de abajo arriba, es decir, estereotipando el proceso para liberar capacidad, y usar luego ese "sobrante mental" para otros pensamientos. Pero puede funcionar también de arriba a abajo: estereotipando el flujo mental y no el proceso. En otras palabras: haga lo que haga, siempre pienso en lo mismo.

Las obsesiones


Hay dos tipos fundamentales de obsesión: en el primero una idea genera ansiedad, la ansiedad preocupación, la preocupación hace más relevante la idea, que genera más ansiedad, etc, etc. Son obsesiones ansiógenas. 

Por ejemplo: me duele algo y de repente me asalta la idea de que tengo un tumor ahí. La ansiedad (que ha generado la simple idea) le da verosimilitud a ésta, con lo que se  incrementa el miedo, lo que crea más verosimilitud, lo que crea más miedo... Este tipo de obsesión puede estereotiparse mucho. Las obsesiones más frecuentes de ese espectro son la enfermedad, la contaminación (la obsesión con la limpieza), la seguridad, la celotipia... En cualquier caso, el abanico de posibilidades es enorme.

Pero hay otra forma de generar la obsesión: las ansiedades obsesiógenas.  Un estilo de personalidad ansioso crea una activación mental alta, un estado de alerta permanente. Esa alerta se dirige a todas las actividades vigilando, observando y corrigiendo permanentemente, sobrecorrigiendo, supervisando de forma automática. Ese estilo de personalidad es perfeccionista y rígido en sus esquemas con respecto a lo que está bien y lo que no. Y esa rigidez no le permite pasar por alto la imperfección; cuando la detecta le resulta tan evidente , tan acusadora, que anula lo conseguido en todos los demás aspectos del asunto en cuestión. Un detalle arruina un año de trabajo. La ansiedad sirve de alarma, de aviso, para revisar o rehacer, de modo que resulta difícil concluir la tarea. 

La personalidad obsesiva


La última de las personalidades de base es la más rotunda en cuanto a la expresión de sus opiniones, evaluaciones, criterios... Es desde luego la más crítica con las debilidades propias y ajenas, pero al mismo tiempo, y aunque parezca una paradoja, resulta la personalidad más empática. Su ideario bascula entre el conservadurismo más tradicional y el anarquismo radical; su moral es una norma de vida que no le permite ninguna adaptación, ninguna flexibilidad. Precisamente, "flexibilidad" es una palabra ausente en su mundo mental, y requiere un esfuerzo por su parte para poder tenerla en cuenta y utilizarla cuando es imprescindible. A menudo esta personalidad tarda años en aprender esta necesidad, y su inflexibilidad originaria le crea serias dificultades de adaptación, social y personal.

Le cuesta tirar las cosas, previendo una imprecisa necesidad futura, lo que hace que coleccione ( o, más precisamente, almacene) un variado abanico de piezas inútiles. No lo confundas con el síndrome de Diógenes: la personalidad obsesiva tiene un criterio para tirar o no tirar los objetos y ese criterio suele ser realista. Verdaderamente puede reutilizar tal o cual cosa en el futuro. Pero usará una de cada veinte; las diecinueve restantes acumularán polvo y espacio inútil.

Adopta una actitud rígida desde el punto de vista de la moral o las normas. Esa actitud es el reflejo de la suya propia, es decir, de la que adopta ante sí misma. Suele vivirse esa situación por parte de los demás (especialmente los hijos, o las personas con las que tiene una relación estrecha,o bien jerarquizada o de poder) como una imposición limitativa, cuando en realidad es la expresión viva de sus propias limitaciones. Además generalmente esta personalidad es sabedora de sus tensiones y sus imperfecciones de modo que suele ser, sorprendentemente, solidaria con las imperfecciones de los demás.

En la economía suele ser avara, previendo también necesidades futuras. Pero al mismo tiempo, tal como hemos dicho, suele necesitar proyectar generosidad. Eso hace que tenga, a veces, gastos innecesarios con los demás al mismo tiempo que se comporta de un modo aparentemente ridículo con los gastos ordinarios.

La pareja


Es necesario recalcar que las obsesiones ansiógenas  no constituyen un tipo de personalidad, sino que se instalan en cualquiera de ellos. Hablaremos más adelante de la compulsividad y la trataremos bajo la óptica del comportamiento obsesivo - compulsivo. Ahí veremos cómo diferentes personalidades (unas más que otras, pero varias) pueden ser vulnerables a los celos, la obsesión por la limpieza o la seguridad, etc. Esta entrada trata de otra cosa, la personalidad obsesiva, brevemente descrita en el apartado anterior.

La vida en pareja con esta personalidad es ambivalente. Por una parte mantiene a menudo una actitud hosca ante las necesidades de la pareja, sobre todo por lo que se refiere a las necesidades sociales y a las solicitudes de cambio. Le cuesta cambiar de hábitos, de muebles, de amistades, de dieta. Hasta cambiar el color de las paredes.

Por otra parte seguirá cualquier propósito de la pareja prácticamente sin resistencia, aún cuando su oposición sea manifiesta. Protestará pero no se rebelará. Eso hace que las personas que conviven con este espectro de personalidad adquieran con el tiempo la habilidad de relativizar el impacto que puedan tener sus actitudes, creando una dinámica de asertividad concluyente que no da lugar al conflicto sostenido en el tiempo. Se hace y punto. Como contrapartida, la pareja se siente a menudo sola en la toma de decisiones porque no puede tener en cuenta  el otro criterio, y siente sobre su espalda el peso de las decisiones y las responsabilidades injustamente repartido.

La personalidad obsesiva es esencialmente leal, lo que conforma un espacio de seguridad. Es altamente dependiente, se vincula emocionalmente y no rompe el vínculo aún cuando la situación sea inestable. Puede ser muy rotunda y contumaz en las actitudes, pero no puede romper ese vínculo afectivo sin sufrir un profundo daño. Es terca (un rasgo característico) y lógicamente eso hace difícil la resolución de los conflictos, pero aceptará casi cualquier salida airosa. En realidad es una roca formada por pequeñas piedras sueltas.

domingo, 28 de abril de 2013

Haiku 17

De la fuerza de la amistad, la mitad es silenciosa.

Haiku 17. de la dependencia emocional


Hipócrates (que nació más o menos 460 años antes de que naciera Cristo) era un hombre picado por la curiosidad. Su interés por las enfermedades fueron los primeros pasos de la medicina moderna, pero también estudió la mayoría de los venenos y sus efectos, al menos los conocidos en la época . De sus impresiones respecto a los tóxicos extraigo una que puede generalizarse al comportamiento, a las emociones, al conjunto de los rasgos de la personalidad y, en general, casi a cualquier aspecto humano: la sustancia en sí misma no es venenosa, porque los efectos nocivos dependen de la cantidad consumida. "El veneno está en la dosis"

Pues bien, la dependencia emocional tiene mala prensa porque su sobredosis resulta tóxica para quien la padece y para quienes la soportan. Vamos a hablar de un poco de todo eso.

Dependencia emocional y desarrollo


Los seres humanos necesitamos vínculos emocionales, y esa necesidad se expresa desde el nacimiento. Una cría humana, a diferencia de la mayoría de mamíferos, es incapaz de relacionarse con su entorno de forma autónoma. Su indefensión es absoluta. Los adultos están condicionados genéticamente para reaccionar de forma emocional ante esa indefensión (con diferentes tipos de respuesta según sea empática o anampática la personalidad del adulto en cuestión, como ya hemos visto). El vínculo que se genera en el adulto tiene su correlato en la cría, proporcionándole defensa, cobijo y seguridad y desplazando esa necesidad de autocuidado. El desplazamiento (de la cría al adulto) tiene necesariamente que tener camino de vuelta, porque en  su vida adulta la cría deberá ser capaz de conseguir su absoluta autonomía, y de proporcionar además amparo a las crías de generaciones siguientes.

En un famoso experimento Harry Harlow separó a unas crías de mono rhesus de sus madres, y las confinó en unas jaulas en las que había introducido figuras de mona construidas con maderas, hierros y cables. Algunas estaban recubiertas de felpa y otras presentaban la estructura desnuda. Además sólo de unas cuantas manaba leche. Las crías de mono se acurrucaban en los maniquíes de felpa al sentirse temerosos, dolientes, cansados o enfermos, a pesar que esas figuras afelpadas no les proporcionaran alimento.

Resumiendo: nos desarrollamos creciendo a través de vínculos, éstos modulan la dependencia en el crecimiento y son modulados por esa misma dependencia en la vida adulta. Y,  al parecer, que nos proporcionen alimento no crea tanto vínculo como que nos den seguridad, contacto, y cobijo.

La personalidad dependiente


Se caracteriza por la necesidad de recibir y dar afecto a través de la comunicación emocional como único lenguaje de contacto interpersonal. Huye de los escenarios competitivos, le resultan mucho más seguros los gregarios (el grupo, la colectividad religiosa o social, la familia, el equipo, las amistades).

Su comportamiento está fuertemente marcado por la actitud altruista  con la que consigue la sensación de seguridad de ser aceptada. La personalidad dependiente necesita compartir las decisiones de su vida con las personas que considera dotadas de mejor criterio, y busca la reafirmación de sus decisiones constantemente. 

Es generosa en exceso, hasta el punto que, a menudo, es incapaz de negarse a realizar esfuerzos por los demás. Consecuencia de esa huida de los escenarios de competitividad puede resolver mal las negociaciones y los acuerdos; tanto las laborales o económicos como los interpersonales o grupales. Siempre se presenta voluntaria para la peor parte, siempre se queda la porción  más pequeña, siempre realiza el trabajo de otros.

Además es fiable, suele ser modesta y cuidadosa en los modales, y consigue una aceptación incuestionable. Dado que la actitud de esta personalidad es fundamentalmente acrítica acepta sin reservas el comportamiento y el mundo mental del otro con facilidad, y sólo es reactiva (rechazando además de plano personas y situaciones) ante la violencia o el abuso.

Dependencia y conflicto


Los aspectos más conflictivos de esta personalidad tienen que ver con la demanda. En las relaciones interpersonales, sean de la naturaleza que sean, tienden a solicitar repetidamente criterios y opiniones reafirmativas por parte de los demás, lo que significa que éstos tienen que estar disponibles.

Aunque por su propia opinión haya llegado a la conclusión o elección necesita que alguna figura de referencia certifique que esa elección es correcta. Lo que lleva a la paradoja de que, si la persona de referencia discrepa de la elección (por ejemplo, por una cuestión de gustos) necesitará buscar otra que compense la situación y le proporcione la seguridad que necesita. Buscará una elección que sea como la suya para acogerse a ese criterio.

En su variante menos crítica el conflicto lo genera una sumisión fundida, incorporada al otro. Absorbe la identidad de la persona de referencia e imposibilita por tanto la singularidad de ésta. Se convierte en un apéndice que envuelve la dimensión del otro, y que lo ahoga.

En su variante más independiente (la personalidad dependiente emocional - independiente mental) su valoración acrítica del otro convierte a esta personalidad en una referencia. Los demás buscan su compañía ante las situaciones en las que se hayan sentido "en falso", por actitudes o elecciones difíciles o equivocadas. Esta variante se caracteriza por la necesidad de tener a su alrededor todas las condiciones sociales controladas y al alcance, todas las personas importantes conectadas a su vida, para poder entonces desconectarse sin ansiedad.

La pareja


La personalidad con rasgos dependientes tiene dificultades para expresar el desacuerdo y huye de la confrontación abierta o de la expresión asertiva de su opinión o sus intereses. Esa actitud interpersonal puede resultar adaptativa en el medio social, pero es muy tóxica en las relaciones de pareja.

Es necesario entender aquí que la base de la vida en común no es la concordancia sino precisamente la discrepancia; aquello que es concordante no es importante, simplemente porque no es significativo en la vida de pareja, no se tiene en cuenta, no se subraya. No es necesario un acuerdo marco si los dos son vegetarianos, por ejemplo. O deportistas. O religiosos.

Es necesario el acuerdo cuando se esa necesidad se crea por la vía de la  discordancia. Y esa discordancia es inevitable en la vida en pareja. La vida en común es sólida y estable cuando se gestiona (sin confrontaciones emocionales) el desacuerdo, la discordancia y, en el último estadio, la discrepancia.

Discrepar es ser, es distinguirse del otro. 


La personalidad dependiente no expresará frontalmente el desacuerdo si no tiene la certeza de ser aceptada en esa discrepancia, o bien, tras una acumulación de huidas del conflicto, se armará de valor y expresará su necesidad de "ganar esta batalla concreta" para compensar "las batallas de las que ha huido antes". Pero esta función compensatoria no suele expresarse con claridad, a menudo porque no es consciente. Lo que lleva a una situación de difícil encaje si su pareja considera la elección como dañina o claramente errónea.

Un aspecto de esta personalidad comúnmente incomprendido es la facilidad que tienen de desapego, cuando la figura ha sido sustituida. Esto es especialmente evidente en las relaciones de pareja. La personalidad dependiente se relaciona con un lenguaje emocional del "todo o nada". Eso significa que puede pasar de "todo" a "nada" sin espacios intermedios, y mostrar un desapego que parecía imposible muy poco antes, desapego que ahora se nos antoja inverosímil o desnaturalizado. 

La personalidad dependiente, si está emocionalmente compensada, es una compañía valiosa, una pareja solidaria y solícita, complemento ideal cuando se trata de realizar proyectos vitales complejos o en los que interviene la creatividad porque es capaz de abundar en la creatividad del otro sin interferencias, es decir, sin plasmar su propia identidad.  

Cuando alcanza el estadio de madurez para proyectar el cuidado (a las crías de su grupo o a las suyas propias) resulta muy fiable y a menudo conservadora. Puede resultar depresiva o ansiosa si las circunstancias le sobrepasan porque le cuesta mucho alcanzar el estadio de emocionalidad reactiva. Es muy sensible a la violencia y al abuso, como queda dicho. 

Su adaptabilidad, en un entorno estable y sano, genera el flujo vital que más desea: la placidez.

domingo, 21 de abril de 2013

Haiku 16

Callar no es nunca una forma de decir "lo siento"

Haiku 16. de la evitación

"Timidez" es una palabra mucho menos negativa que "cobardía", y sin embargo ambas tienen un genitivo común, dado que la raíz de tímido es la misma que la de temor. Tímido es el que teme.

En general suele usarse como sinónimo de persona retraída o introvertida. Sin embargo la timidez es un estado mental, no un rasgo caracteriológico. Eso explica que una persona "tímida" en algunos escenarios se comporte de un modo francamente extrovertido en otros. "Juan es tímido, pero cuando coge confianza..." Date cuenta de que la introversión sí que es un rasgo, y por tanto estable; es decir, se sostiene a través de diferentes circunstancias y entornos, haya familiaridad (y confianza) o no la haya.

La personalidad Tímida


Podemos decir que, para evitar el equívoco entre "ser tímida" y "estar cohibida" preferimos hablar de "personalidad evitadora". Como decíamos más arriba, la timidez es un estado mental (con su emoción asociada, la vergüenza) mientras que la personalidad no es un estado sino un rasgo estable. Esta personalidad en concreto tiene un mundo mental muy característico. Desde el punto de vista de la vulnerabilidad lo más relevante es su fragilidad ante la ansiedad, continuamente generada en su vida por un permanente miedo a la evaluación y el rechazo por parte de los demás.  Esta característica les impide, por ejemplo, progresar en el medio laboral, porque nunca se postula a un cambio, consecuencia de ese miedo a la evaluación.

Si la personalidad contiene una proporción media de compulsividad es metódica y escrupulosa en el trabajo, da importancia a los detalles pero no los significa ante los demás. Silenciosa y laboriosa puede llevar adelante proyectos complejos. Si la personalidad contiene proporciones elevadas de compulsividad entonces es muy desadaptativa, inhibe fuertemente la conducta social e incrementa de forma importante la ansiedad, lo que les convierte en personas apartadas, a menudo propensas al consumo desordenado de sustancias psicoactivas (alcohol, medicamentos, drogas sedantes...).

Evitación y miedo


Seguramente a estas alturas está claro que la evitación que sufren estas personas es a las otras personas. Si has llegado a esta conclusión, me he explicado mal.

Lo que la personalidad evitativa evita es la ansiedad. Las situaciones en las que se ve evaluada o amenazada su autoimagen por la percepción de los demás le generan ansiedad, y de esa ansiedad escapa evitándolas. 

En general la personalidad con esta estructura es sociable y padece por autoexclusión. Teme el rechazo pero sufre el aislamiento. Algunas de estas personalidades (las que tienen componentes más anampáticos, más cercanas a la personalidad independiente que veíamos en los haikus 10 y 11) no tienen esa necesidad de sociabilidad. Estas personas sufren también la misma ansiedad recurrente ante la evaluación y el miedo al rechazo. Pero es cierto que son más evidentes los efectos en la conducta observable de aquellas personalidades empáticas, o simplemente más conscientes de la necesidad humana de interacción social.

El mundo mental


Beck y Freeman (1992) centran la génesis de esta personalidad en una infancia marcada por la crítica o el rechazo, explicación sin embargo no argumentada. Si exploran los esquemas cognitivos y sociales de esta personalidad con acierto: esquemas como "no gusto", "soy diferente", "no encajo" "la gente me rechazará si me conoce" son perfectamente definitorios de ese mundo mental, al que por cierto es difícil acceder porque las personas con estos pensamientos no suelen acudir por su propia iniciativa a terapia y, cuando lo hacen, son muy reacios a sincerarse respecto a su escenario personal. 
En cuanto al miedo ya hemos comentado que está fundamentado en la emoción asociada al rechazo, no en el rechazo en sí. 

Como esa emoción está originada por ellos mismos, es automática, y no se regula por la reflexión o por la voluntad, resulta entonces que es inescapable. 

En general colocan una fachada (a veces obviamente artificial, o forzada) para relacionarse con los demás con el propósito de evitar "ser descubiertos". Ese esfuerzo es un componente más de presión que ayuda a la evitación y la refuerza.

La Pareja


Como personalidades inseguras, a las que les cuesta establecer contacto, cuando lo hacen son sumamente estables, muy acomodaticias, y extremadamente fieles. 

Esta personalidad es una clara y rotunda compañera en segundo plano, capaz de los mayores sacrificios por el bien de la pareja. Solidaria y fiable puede asumir las necesidades individuales del otro como propias, y cuando establece la pareja ésta está permanentemente tenida en cuenta en su mundo mental, por lo que es muy cuidadosa con sus necesidades. 

Sin embargo en los casos más extremos la pareja funciona como un facilitador para la personalidad evitadora, simplificándole la vida en aquellas cosas que son ansiógenas para ella. Eso lleva a la pareja a convertirse en realidad en un refuerzo de la propia evitación, y a significar además su rol como más autónomo y más independiente. El cónyuge puede llegar a la extenuación de la relación porque siente que la intimidad y la colaboración igualitaria es, con estas personas, inalcanzable. 

Y el silencio en que ellas suelen buscar refugio es, paradójicamente, el principal explosivo de la destrucción.






sábado, 13 de abril de 2013

Y qué es un Haiku


PARA LEER SÓLO  SI TE HAS HECHO ESA PREGUNTA, Y TIENES CURIOSIDAD:



Un Haiku no es un refrán.

Refrán es una frase generalmente breve que expresa una sentencia, un dicho o un consejo útil sobre la vida cotidiana siendo en la mayoría de los casos una expresión de la sabiduría popular.


Etimología: Del occitano antiguo refranh y éste a su vez de la voz refranher (modular), que viene de franher (romper, del latín frangere).


Según los estudios realizados por Joan Corominas, la palabra refrán con el significado expuesto aquí arriba se empezó a utilizar en el siglo XV, pues anteriormente, sobre todo en el siglo XIII, refrán tenía la acepción de lo que conocemos como estribillo de una canción. En el francés actual, refrain tiene ese significado (estribillo). María Moliner dice que un refrán es cualquier sentencia popular dicha en una frase que tenga un cierto ritmo o incluso en verso asonante o consonante, siempre fácil de retener.


(De Enciclopedia)



Un Haiku no es un Aforismo.

Aforismo proviene del sustantivo griego horos 'mojón', del cual se deriva el verbo aphorizein 'separar', 'definir', y de este, el sustantivo aphorismós 'definición'. Los primeros aforismos fueron los principios médicos expresados por Hipócrates (460-377 a. de C.), como el que sigue:

Las enfermedades son crisis de purificación, de eliminación tóxica. Los síntomas son defensas naturales del cuerpo. Nosotros los llamamos enfermedades, pero en realidad no son sino la curación de la enfermedad. Todas las enfermedades son una misma, y su causa es una misma en todas ellas, aunque se manifiestan por medio de diferentes síntomas, de acuerdo con la determinada parte del cuerpo en que aparezcan.

En el ensayo Aforismos y conocimiento, de Carlos Enrique Berbeglia, se dice que los aforismos «no dan pie a la duda, promueven la acción gracias a la certeza que imprimen, establecen claras demarcaciones de género, raza, clase social, etcétera, permiten la reflexión del lector pero en forma circular y no necesitan ser demostrados». Es la diferencia que existe entre estos dichos y los refranes, cuya característica es ser, en general, sentencias metafóricas, de uso más común que los aforismos.


Ricardo Soca, ©

Te recomiendo su página web si estás interesado en la etimología.

Un Haiku no es un proverbio, no es una sentencia


En resumidas cuentas, un Haiku no es una paremia
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El haiku (俳句) es una forma de poesía tradicional japonesa. Consiste en un poema breve, generalmente formado por 7 versos, o 5 moras respectivamente. Comúnmente se sustituyen las moras por sílabas cuando se traducen o componen en otras lenguas. La poética del haiku generalmente se basa en el asombro y el arrobo que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza.


(De Wikipedia, claro)

sábado, 6 de abril de 2013

Haiku 15. del narcisismo

Algunas palabras  han pasado de la psicología o la psiquiatría clínica al  vocabulario popular simplificando su significado, generalmente usando la parte por el todo. Eso resulta útil, porque así todo el mundo nos entiende, pero también resulta limitado cuando se quiere usar esa palabra con su significado más completo.Por ejemplo, "histérico" se entiende como "desabrido, desequilibrado, con actitud poco razonable y sujeto a cambios impredecibles".  Vamos, que se usa la palabra "histérico" para abarcar el concepto más amplio de "neurótico".

Con Narcisista pasa algo parecido. Ha quedado en la cultura común la imagen de Narciso, el dios que se enamoró de sí mismo, y suele entenderse la personalidad narcisista como la auto-adorada, grandilocuente, cuidadora de su imagen y egoísta. Bueno, aquí también funciona eso de la parte por el todo. Hoy el narcisismo es un tema de interés porque los rasgos narcisistas son muy exitosos en este principio de siglo, populares, en buena medida deseados, y muy abundantes. 

La personalidad narcisista


El narcisismo se empezó a utilizar en el estudio de la masturbación adolescente. Freud usó poco después el concepto para definir un estadio del desarrollo en el que, de forma natural, se entraba en una fase autoerótica para desembocar en el amor proyectado sobre alguien diferente de uno mismo. los problemas en el desarrollo, por los factores que fueran, impedirían alcanzar ese estadio de "amor proyectado". Con posterioridad el narcisismo se desvincularía de ese aspecto exclusivamente sexual, emergiendo como un conjunto de rasgos característicos de conducta: la personalidad narcisista.

Modernamente, esos factores que impiden el desarrollo se interpretan aludiendo a unas relaciones familiares inadecuadas, fundamentadas en la proyección de una imagen del niño (de los padres o los principales cuidadores) excesivamente ambiciosa, grandilocuente, que resulta imposible de alcanzar. Sin embargo existen explicaciones alternativas que vinculan el desarrollo de esta personalidad al aprendizaje social, o incluso a factores biológicos. Probablemente, en la combinación de todos estos elementos reside la explicación más robusta.

El mundo mental


La principal característica (al mismo tiempo su principal cualidad y su principal debilidad) es la auto-referencia.  Su estado de conciencia es auto referente, lo que genera una percepción de la realidad centrada en sí misma. 

Eso le confiere un universo mental muy singular; por ejemplo: tiene dificultades en el aprendizaje porque gestiona mal la emoción asociada a saberse ignorante. Es decir: no se deja aprender porque no puede permitirse aceptar que no sabe. En su intimidad puede resolver esta paradoja erigiéndose en la gran sabia que enseña (en este caso, a sí misma) pero cuando el aprendizaje pasa necesariamente por la adquisición del conocimiento a través de los demás utiliza todos los recursos a su alcance para evitar la situación de exposición. Y es que necesita el elogio de los demás para poder estabilizar su estado de ánimo y una autoimagen que, contra lo que pudiera parecer, se encuentra siempre muy amenazada.

Desde el punto de vista del mundo mental la característica más destacada seguramente sea su percepción del tiempo, del espacio y de la causa, siempre vinculados a la primera persona del singular. Su mundo está limitado en la variabilidad y es finito, lo que le confiere un pensamiento poco realista. 

Puede asumir con facilidad que un deseo es una realidad, una habilidad es un talento, una simple característica es una singularidad excepcional. Su valoración de sí misma sin embargo fluctuará entre la credulidad de este argumentario auto referente y el contraste con una realidad que se empeña en vulgarizarla. 

La evasión de esa tensión es un mundo mágico, personal, en el que todas las cosas tienen su explicación y su origen partiendo de sí misma. Cuando se recluye en ese mundo es, un poco, como el adolescente masturbador del principio. Solo que, claro, ahora no es más que una "masturbación mental" .

La manipulación de los demás. Y los demás manipuladores.


A los narcisistas en general (o por mejor decir, a las personas que tienen este rasgo entre sus atributos, aunque sea de forma moderada) se les suele acusar de egoístas y manipuladores.  En realidad esta característica no es exclusiva de este estilo de personalidad. De hecho la hemos visto ya en la personalidad borde y en la personalidad melodramática, y volveremos a hablar de manipulación interpersonal cuando nos acerquemos a las personalidades dependiente y tímida. Pero es en la personalidad narcisista donde se expresa de una forma más visible.  

Imagina los tipos de personalidad en sus combinaciones como los colores posibles de un cubo de rubik; fíjate que los colores son sólo seis y que hay además combinaciones imposibles: los colores opuestos no pueden coincidir en una pieza; cada pieza tiene sólo tres colores si forma parte de las esquinas o dos si es de las coronas. Del mismo modo hay personalidades incompatibles (por ejemplo, la tímida y la melodramática)  y también hay muchos rasgos diferentes que combinan entre sí. Un solo color, una personalidad con características únicas, es difícil que se de en una persona sana. Como en el cubo, las posibilidades son finitas pero mucho mayores de lo que solemos imaginar. (por cierto: el cubo de sólo seis colores tiene más de 43 trillones de combinaciones posibles. Un 43 y 18 ceros detrás.)

En sus variantes más puras, la personalidad narcisista es seductora sin escrúpulos, considera el mundo conformado por depredadores y presas, y puede mortificar hasta el paroxismo a las personas dependientes o emocionalmente vinculadas.

El egoismo


Como decíamos arriba suelen ser acusadas de egoístas cuando su verdadero problema, como en la personalidad melodramática, está mucho más explicado por su egocentrismo que por su voluntad de reservarse las cosas para sí. Un egoísta cuenta con el otro para quitarle su parte; en cambio para un egocéntrico el otro simplemente no existe. 

Suelen compensar esa imagen de "ir a la suya" ofreciendo parte de sí a los demás, pero claro, como su imagen de sí está tan desenfocada acaban ganando siempre. Lo que, por cierto, les mantiene la fama.

La pareja


La personalidad narcisista se vincula con mucha facilidad a la personalidad dependiente (de la que hablaremos próximamente) y a la personalidad inestable (de la que ya hemos hablado). Combina mal con el abanico de las personalidades mentalmente independientes; comparte con algunas la capacidad anampática (ver haiku 9) de comunicación interpersonal, pero experimenta esa anampatía con satisfacción íntima, nunca públicamente; de modo que simula contacto emocional incluso con aquellos que considera sus enemigos, aún en los momentos de victoria.

Si la personalidad de su pareja tiene rasgos dependientes la relación puede durar mucho tiempo, en algunos casos toda la vida. Siempre que los rasgos de ambos no sean muy acusados, claro está, pero eso mismo es cierto para cualquier estilo de personalidad. También tiene relaciones menos duraderas aunque muy estables (que pueden cambiar de naturaleza y mantenerse "como amigos" durante mucho tiempo) con personas con rasgos más próximos a la personalidad inestable. Estas relaciones son más tormentosas, emocionalmente muy expansivas y socialmente muy visibles. Además pueden congeniar con facilidad con personas provistas de rasgos de personalidad melodramática, aunque en ese caso se suelen suceder los acontecimientos de competición y de agravio, y esas relaciones, aunque muy atractivas para ambos al principio, a menudo no son ni muy fecundas ni muy estables.  

Su mejor aportación es la seguridad que pueden proyectar y una envidiable facilidad emprendedora si la empresa que acomete está en el ámbito de lo que considera que puede dominar. El pensamiento tangente (las soluciones imaginativas utilizando componentes ordinarios) les resulta accesible, y aunque alguna de las ideas no sea tan brillante sus aportaciones pueden ser muy ingeniosas. En la crianza son escrupulosas y suelen sujetarse de forma algo rígida a normas preestablecidas, que consideran de autoridad, pero también son buenas cuidadoras emocionales para los niños. 

domingo, 31 de marzo de 2013

Haiku 14

Los príncipes azules existen, pero destiñen.

Haiku 14. del melodrama


Hemos visto ya personalidades expresando sus emociones de forma contenida y también hemos visto a otras con dificultades, conscientes o no, para la comunicación emocional. Hemos visto alguna personalidad víctima de la inestabilidad emocional y alguna otra manipuladora de las emociones de los demás. Vamos a ver ahora cómo se desenvuelve una personalidad que, queriendo ser manipuladora, resulta a menudo víctima de su propia inestabilidad y "asintonía emocional": la personalidad melodramática.

Melodrama y género


La tradición en psicología y psiquiatría relacionaba este tipo de personalidad con la represión emocional, por ejemplo con las víctimas de abusos sexuales en la infancia u otros traumas. Además solía caracterizarse como mucho más presente en lo femenino, como si fuera una "personalidad de género". Lo cierto es que el comportamiento de esta personalidad estereotipa ambas condiciones, es decir: la mujer es casi una caricatura de lo femenino y el hombre es casi una caricatura de lo masculino. Seductores, provocativos, dispuestos a plasmar su rol (de conquistador o de sumisa )... Ambas conductas se dan con más o menos equidad entre los dos. Quizá por lo llamativo, la provocación en el vestir y el comportamiento de la mujer sea simplemente más visible. Hoy se conocen diferentes estudios que demuestran la falsedad de la teoría de la "personalidad de género"; del mismo modo que la "personalidad borde", que hemos descrito en otro haiku, no resulta tampoco un arquetipo de personalidad masculina.

El melodramatismo y la teatralidad en la conducta


Vaya por delante que algunos lectores encontrarán que muchos de los rasgos de este estilo de personalidad les son familiares, y es posible que en algún detalle se reconozcan a sí mismos. Las características más visibles desde el punto de vista de la conducta de la personalidad melodramática son la expresividad, la extroversión, la manifiesta sociabilidad y su comportamiento de grupo. Todas ellas relacionadas con la comunicación y el comportamiento social, y todas con muy buena prensa. Quiero decir que es más popular ser extrovertido que introvertido, por ejemplo; siendo ambos rasgos igual de adaptativos, sanos y válidos en una personalidad normal. Esa "buena prensa" de los rasgos sociales hace que sean comportamientos de elección más frecuente porque es reforzado por el grupo (la empresa, el aula, la familia...).

Aquí no se trata sin embargo de la elección de conducta en entornos sociales sino de una personalidad tipo que se expresa en el mundo mental, y por lo tanto en cualquier entorno.

Suelen ser cuidadosas con su aspecto, al punto de resultar en ocasiones manifiestamente vanidosas en el vestir. En sus variantes más agudas esta personalidad viste de forma claramente provocadora.
La expresión de sus amistades y enemistades, de sus filias y sus fobias, está completamente carente de matices. Eso se traduce en que puede considerarnos un amigo del alma ahora, y poco después, tras algún desengaño real o imaginado por su parte, pasar a engrosar las filas de los enemigos a muerte.

El exceso emotivo


Estas personas suelen expresar sus emociones de manera exagerada. A menudo parecen vanidosas y egocéntricas, y se sienten incómodas cuando no son el centro de atención. El egocentrismo característico es uno de sus principales enemigos porque, a lo largo de su recorrido vital, muchas personas próximas se lo han hecho notar, con lo que esta personalidad ha desarrollado un mecanismo de compensación que generalmente se traduce en un esfuerzo de generosidad volitiva, es decir, intencionada. Como su estado emocional es muy resbaladizo, y además esa generosidad está siempre en un plano consciente, es decir, no es una generosidad automática, los cambios de estado la convierten en generosidad inconsistente. Las personas a su alrededor suelen concluir que su generosidad, como sus valoraciones, no son muy de fiar.

Son seductoras y les inquieta mucho vivir la sensación de no conseguir seducir, conectar, con el otro. Pueden cambiar de apariencia, de comportamiento, de opinión incluso, con el único propósito de conseguir esa seducción. Cuando se encuentran con una personalidad con la que no consiguen sintonizar tras haber desplegado todos sus encantos la rehuyen, y a menudo la consideran una amenaza. Casi siempre buscan apoyos, alguien que les tranquilice y que apruebe su conducta. En cuanto a sus emociones genuinas, éstas están generalmente mediadas, en sus aspectos negativos, por una explosiva mezcla de compulsividad y frustración.

La mente


Su estilo mental es extremista e inestable; ven el mundo y sus acontecimientos en términos de blanco o negro.. Les gusta mediar en las vidas de los demás y suelen estar dispuestos a sacrificarse de un modo honesto, pero esa necesidad de brillar en el centro de todas las situaciones a cualquier precio hace que desplacen a la persona atendida por ellas mismas, lo que evidentemente resulta una pobre fuerza de ayuda.

Algunas variantes de esta personalidad son claramente vivaces, activas y muy impulsivas. Otras son más dependientes. En otros casos sus rasgos característicos se expresan de un modo infantil. Siempre que se sienten amenazados o agredidos desarrollan una conducta intrigante y maquinadora, escondiendo sus intenciones a veces durante largos períodos de tiempo, por lo que pueden ser peligrosos en las relaciones si somos objeto de su ira, fundamentada o no. A menudo no se les ve venir. Su anampatía de base les facilita poder suspender la sintonía emocional con la otra persona en el momento más inesperado, casi siempre cuando más se les necesita.

Algunos teóricos de la personalidad (Eli Somer, Cynthia Schupak y otros) han relacionado esta personalidad con la ensoñación inadaptada, una característica cognitiva y emocional que se concreta en una fantasía excesiva, compulsiva. Esa competencia entre el mundo real con el mundo fantaseado al que la persona acude recurrentemente explicaría la dificultad que presentan en la concreción de sus problemas y las "salidas por la tangente" tan características de este estilo de personalidad.

La pareja


La convivencia con esta personalidad no es fácil, pero desde luego es entretenida. Antes o después la valoración del otro cambiará de signo para ella, pasando de ser "absolutamente fantástico" a "absolutamente despreciable". Esta ambivalencia puede fluctuar de forma esporádica durante años, en algunos casos toda la vida. Y es que aunque la personalidad sea característicamente inconsistente, la convivencia y el trato se pueden afianzar en relaciones de muy largo recorrido. Es una compañera tenaz, creativa, capaz de asumir los retos mayores y las situaciones más difíciles casi con indiferencia, lo que proporciona a la pareja un acopio de coraje. Son facilitadoras sociales; su mimetismo emocional y su manejo en las situaciones públicas pueden simplificar la vida social de su acompañante, sobre todo si no se maneja bien en esos ámbitos.

Se sienten atraídas por la personalidad narcisista, de la que hablaremos próximamente, y por el resto de las personalidades anampáticas. Con las empáticas (dependiente, tímida, etc) se llevan bien pero no congenian lo suficiente para establecer relaciones de pareja. Les caen bien, pero no les atraen. Las más intensas se dan con la personalidad inestable con la que, si llegan a establecer una pareja, resulta siempre extraordinariamente tormentosa.









domingo, 17 de marzo de 2013

Haiku 13

Ve tras la felicidad. No vayas por delante.

Haiku 13. de la inestabilidad

Ya hemos visto alguna personalidad anampática, es decir, carente de la capacidad para sintonizar con las emociones ajenas. También hemos dicho que este factor tiene su complementario, la empatía, con mucha mejor prensa y popularidad aunque no es ni mucho menos tan inocua. No se trata de "bueno" o "malo"; la bondad  o la maldad de los factores está en su proporción. Por ejemplo la empatía resulta un grave problema cuando va emparejada con una falta de asertividad, o sea, cuando a menudo digo "sí" pero quiero decir "no". También es problemática (la empatía, digo) si mi personalidad necesita ser atendida por mí mismo (me refiero a la autoimagen y a la autoestima) y esa "vivencia proyectada de las emociones de los demás" me impide atender a mi propia identidad con desahogo.

Entre la empatía y la anampatía


Bueno. Pues entre la empatía y la anampatía habita una personalidad. Vive en el límite, en la frontera entre esos dos escenarios mentales. A esta persona la capacidad de conectar con las emociones de los demás la coloca en una situación de defensa; es emocionalmente inestable y explosiva, sus relaciones y su vida laboral están marcadas por las rupturas o los choques y por las reconciliaciones.

Su vida es un desorden emocional y una montaña rusa. Cuando se queda a solas puede padecer sensaciones de vacío existencial, vital, que le lleva a sufrir vértigos emocionales. Intenta compensarlo con el contacto, la comunicación o el trato con otros. A veces buscará a la persona o las personas más importantes o significadas pero puede ser también que esta ansiedad lleve a una  búsqueda de contacto superficial e incluso anónima.

No es rara  la conducta de riesgo en las relaciones interpersonales y una marcada compulsividad en alguna área de la vida. (Como hemos dicho otras veces las más comunes son la comida, el alcohol, tabaquismo y resto de sustancias psicoactivas, el sexo, las compras y el juego).

También puede ser compulsiva por la vía de la autodestrucción, por ejemplo mediante pequeñas lesiones que reducen su sensación de ansiedad (cortes o quemaduras), o alimentando el sexo de riesgo o el "sexo duro", aunque estos comportamientos son menos frecuentes

Todas estas situaciones son el resultado de una vulnerabilidad extrema  a la ansiedad intensa, Durante los períodos de la vida en los que está sometida a fuerte estrés es susceptible de padecer ausencias mentales e incluso dificultades de coherencia.

El Miedo y la Rabia


El principal  temor de esta personalidad es el rechazo sin posibilidad de defensa, o aún peor, ser ninguneado o descalificado emocionalmente. Es notable su reacción ante el retraso en una cita, por ejemplo, o ante un cambio de planes. En general se siente atacada cuando percibe que no ha sido tenida en cuenta. Esta situación suele acarrear una respuesta emocional de rabia o enfado desenfrenados, y una beligerancia que hace imposible el acuerdo o la reconciliación. Ese estado emocional sólo se frena ante la percepción de "haber devuelto el daño".

Como a menudo la fuente de su ira no cree haber hecho nada tan grave (por haberse retrasado, o por haber adaptado sus planes a una demanda nueva, por ejemplo) se da la circunstancia de que la conciliación es difícil o imposible, es decir, se provoca necesariamente el conflicto y la crisis sin solución de continuidad.

Ahora bien: a diferencia de otros perfiles esta personalidad necesita tener la seguridad de haber obrado cuerdamente, porque con la calma (en unas horas, a veces unos días) llega la revisión del convencimiento. No lo he hecho bien... pero tenía razón. Y necesita de forma urgente que se le reconozca esa razón porque de lo contrario se ve expuesta a "verse a sí misma desequilibrada".

Personalidad Intensa


 Oldham y Morris (1995) describieron una variante de esta personalidad ("personalidad de estilo mercúrico"): procesa la experiencia desde un punto de vista emocional y no desde un punto de vista lógico formal, y es capaz de mostrar sus sentimientos con espontaneidad (a menudo se la considera "demasiado franca") y con creatividad. Socialmente activa, está dispuesta a la experimentación en el ámbito de las relaciones interpersonales y puede explorar diversos roles con sus diferentes sistemas de valores. 

Sus relaciones puntuales, anecdóticas, se convierten inesperadamente en relaciones de alta proximidad, lo que precipita un aumento de la densidad en la relación que atropella los acontecimientos a menudo en un sentido no deseado. Como reclama un nivel de vinculación de la pareja súbitamente alto se suele encontrar ante dos  posibles escenarios: o la pareja entra en el juego de forma natural , lo que pronostica una relación turbia y jalonada de episodios de alta intensidad emocional, o se produce un rechazo de plano que enfría súbitamente la relación y en ocasiones la finaliza. 

Esta necesidad de "fusión" es sin embargo paradójica porque en breve se encontrará reclamando independencia, reclamación que expresará también de forma intensa, en algún caso con episodios de infidelidad o de distancia, consecuencia de la necesidad de compensar una situación de dependencia que, en definitiva, la personalidad ha construido sin ayuda. Puede pasar de la idealización a la devaluación, de las personas (entonces su capacidad de adaptación está dañada) o simplemente de su comportamiento. En cuanto a la búsqueda de sensaciones, si bien es cierto que constituye un peligro asociado a la compulsividad, puede ser también un factor de enriquecimiento personal a través de la multiplicidad de experiencias, siempre y cuando pueda acomodarlas en su propia identidad sin daño. 

La inestabilidad estable


La explosión emocional a la que nos referíamos antes puede ser modulada y la personalidad aprende con el tiempo a modularla, con lo que esas reacciones intensas no tienen porqué ser destructivas. Si presenta un perfil de bajo tono vital  (salvo en los episodios de ira, naturalmente) su trato puede resultar algo más flexible.  Si su estilo es vital o simplemente más activo se manifiestan con más claridad los componentes ansiosos. 

En cuanto a la impulsividad, si la personalidad se complementa con un estilo de personalidad aislada (que veíamos en un haiku anterior) será mucho menos orgánica, menos voluble, pero al mismo tiempo con una fuerte presencia del sentimiento crónico de vacío que puede resultar muy incapacitante. La compulsividad compensa parcialmente el componente destructivo de ese sentimiento pero, como es lógico, su impulso genera otras amenazas. De lo visto con respecto a esta personalidad me quedo con una frase de Schmideberg: su inestabilidad es estable. 

La pareja


En cuanto a sus relaciones de pareja y aunque es difícil echar a andar con una persona de estas características, si la relación supera los primeros pasos y la vinculación afectiva es buena pueden funcionar muy bien y aportar un valor de incondicionalidad en el vínculo emocional que es difícil encontrar en otro tipo de personalidad, si es que hay alguno.

La relación funciona bien cuando se establece un marco emocional y funcional estable, y estas personas pueden enriquecer mucho una relación con una pareja cuidadosa y tolerante que simplemente entienda el proceso. A medio y largo plazo son parejas de valor, enriquecedoras en un flujo de vida que, en el mejor de los casos, jamás será aburrido, ni gris, ni tibio, ni predecible.

domingo, 3 de marzo de 2013

Haiku 12. de la rotundidad

Al principio la palabra "simpatía" significaba "sentir igual que el otro". O sea: la simpatía no estaba relacionada con la buena disposición o el buen ánimo, sino simplemente con la concordancia en la emoción. Lógicamente "antipatía" era la reacción contraria a la emoción emitida por el otro, la oposición a esa concordancia emocional. Las dos palabras comparten la voz "pathos", que viene a significar pasión o emoción íntima, intensa e inducida, como por ejemplo ante la presencia de alguien deseado o amado, o ante un objeto o acontecimiento (una obra de arte, una música) conmovedor.
De modo que la simpatía era la sintonía con la emoción en el otro, y la antipatía su disonancia. 
Bueno, como simpatía es hoy una palabra con otros significados (modo de ser agradable, inclinación afectuosa, etc.), cuando queremos hablar de esa concordancia usamos "empatía".

Empatía y Anampatía


Así que en resumidas cuentas soy "empático" si sintonizo la emoción del otro y la puedo proyectar sobre mis emociones; vivirla de algún modo como propia.
Pero soy "antipático" si a esas emociones del otro, que he sintonizado correctamente,  opongo resistencia. Si me niego a converger y rechazo frontalmente, explícitamente, la "concordia" emocional.

Entonces: hay un factor comunicacional llamado "empatía" que tiene dos valencias (dos valores extremos) : positiva y negativa; simpatía y antipatía. La primera es la concordancia, la segunda la disonancia de la comunicación emocional. Fíjate que en la antipatía la persona sabe la emoción del otro, pero no la acepta.

Por último: el opuesto de este factor es la "anampatía", la facilidad para generar distancia emocional y mental con las emociones de los demás. O la dificultad para entender el mundo emocional y mental del otro, como quieras. Y también tiene dos valencias: positiva y negativa, aceptación y rechazo. Un anampático positivo no crea conflicto, más bien intenta "sintonizar", aunque sea "de oído" . Puedes imaginarte a esa persona intentando caer bien, diciendo cosas que se supone son agradables, mostrándose conciliador, pero te das cuenta enseguida de que es un patoso emocional, una persona con dificultades para transmitir sintonía.

En cuanto a la valencia negativa, un anampático negativo no es antipático sino clara y definitivamente "borde" (impertinente, desagradable, odioso, incómodo).

El antipático está emocionalmente activado: soy antipático porque me enfado, o me ofendo, o simplemente me incomodo. Pero quien se expresa de esa forma "borde" no lo hace enfadado o molesto, al contrario; lo que nos desagrada de su comportamiento es que lo hace de forma fluida, sin expresar emociones intensas.

Personalidad y Anampatía


Del espectro de la anampatía habíamos hablado ya, aunque sin mencionarla. La personalidad aislada y la excéntrica son anampáticas, tienen dificultades para sintonizar con el mundo emocional de los demás. Eso no significa que no lo intenten, como hemos visto. Pero hay un espectro de la conducta, un tipo de personalidad, que no entiende el mundo mental de los demás aunque imita el comportamiento como si lo hiciera. Esa personalidad puede ser seductora, impulsiva, ocurrente, locuaz, activa... y rotunda.

Tiene aversión al aburrimiento, es astuta y voluble aunque ella cree que su opinión es siempre la misma, puede ser manipuladora y con falta de remordimiento: cree que lo que piensa  es la verdad porque siempre elige bien; su moral es la acertada porque discrimina el bien del mal según su propio criterio, es decidida y asertiva, justifica sus actos por sus razones. Piensa que hace lo que hacen los demás; al fin y al cabo todos se preocupan por sí mismos. Como las otras personas esgrimen sus emociones para manipular a los demás, la manipulación emocional está justificada.

Esta personalidad presenta muchos rasgos que son muy valorados y deseados por la mayoría lo que a menudo les convierte en modelo, sobre todo si esos rasgos no son exagerados, es decir, si conserva una conducta adaptada. Puede resultar muy atractiva, segura de sí misma, y consigue con relativa facilidad un estatus de poder.

En el ámbito laboral puede ser explotadora y celosa de las habilidades, las capacidades y sobre todo el éxito de los demás. Tiene un sentido grandioso de sus méritos y a veces adopta un estilo de vida parasitario. Su afecto es superficial, pero lo disimula. Puede mentir con naturalidad para conseguir sus objetivos o simplemente para manipular o provocar desconcierto.

Su control de la conducta sin embargo no es muy bueno; presenta a menudo compulsividad con las sustancias o con las compras, aunque también se puede dar la compulsividad en ámbitos aparentemente muy sanos, como el deporte, que puede practicar con dedicación inusual. Es muy resistente a adaptarse a la autoridad o la norma; fácilmente puede pasar por donde no debe o conducir por una calle en dirección contraria, sólo porque "esa prohibición no tiene sentido".  En algunos casos  puede tener conducta sexual promiscua o simplemente infidelidad recurrente. También en ocasiones tiene dificultades para elaborar y llevar a cabo planes de vida estables, de largo alcance, y cuando los genera no son muy realistas.

La pareja


En el plano interpersonal sus relaciones de pareja pueden ser un ejemplo de sociedad, o de relación simbiótica, en la que el estatus, el cuidado de los hijos, la proyección pública, etc. pueden resultar elementos muy cuidados. Si su conducta no es muy adaptada entonces las relaciones de pareja suelen ser inestables, breves y a veces intermitentes.

Por sus características se emparejará con facilidad con la personalidad inestable o con la dependiente, creando un vínculo en el que puede manejarse con habilidad por la adscripción que genera en la otra persona. Como resulta que, a diferencia de los anampáticos explícitos, simula los vínculos emocionales, si la relación no es sana se puede alargar en el tiempo provocando una fuerte inestabilidad en la vida de la otra persona, inestabilidad que utiliza para trabar la relación y ajustarla a sus necesidades, manteniendo la imagen de estar emocionalmente implicada.

Si su patrón de conducta es adaptado y se trata de una persona con voluntad para madurar emocionalmente puede resultar una relación fecunda. Siempre tendrá como característica crítica un carácter fuerte y una asertividad muy robusta, pero puede resultar una compañía colaboradora y protectora, aunque el trato pueda resultar difícil, y la comodidad en la relación un estado intermitente.

sábado, 2 de marzo de 2013

Haiku 11

Poder es poder. Querer es poder o no poder

Haiku 11. de la excentricidad


Hemos presentado ya dos tipos de personalidad: la personalidad suspicaz, que  vive frecuentemente con la  impresión de que le concierne todo lo que sucede a su alrededor y con la sospecha de que se le oculta información, o de que se le manipula.  Y la personalidad aislada que, por el contrario, vive en una especie de ausencia mental, de modo que es fácil que se le pase por alto algo que le concierne simplemente porque no se ha parado a pensar que aquello tenga que ver con él.

Pues bien: la personalidad excéntrica resulta ser una curiosa mezcla de ambos mundos.

La personalidad excéntrica


Si la comparamos con la personalidad aislada tiene como ella un estilo de vida apartado, claramente independiente. Pero la personalidad excéntrica no quiere vivir fuera del grupo, aunque no disfrute de su integración. Dicho en pocas palabras: quiere lo que no desea.

También se parece en la fragilidad de las respuesta emocionales asociadas a  sus afectos, es decir, en la capacidad para distanciarse de personas que han significado mucho en su vida, sin dependencia y sin remordimientos, con una facilidad  que a otras personas puede parecer envidiable. La personalidad excéntrica utiliza también, como la personalidad aislada, un lenguaje diferente, peculiar, a veces claramente extraño.

Suele creer que le conciernen acontecimientos sin ninguna relación con ella, tiene creencias peculiares y pensamiento mágico congruente o no con las tradiciones, las supersticiones, etcétera. Siempre sospecha una causa oculta tras una simple coincidencia, y siempre interpreta los hechos a la luz de lo que "podría estar detrás".  Cuando habla con los demás les transmite esas ideas explicando la supuesta relación entre la causa  y el efecto con rotundidad, señalando además las posturas contrarias o alternativas como ingenuas.

Y es que se da el caso  de que siempre encuentra explicaciones alternativas a los hechos. Fíjate en que cuando hablábamos de la personalidad suspicaz veíamos que esas interpretaciones giraban entorno a ella misma. La personalidad excéntrica extiende las explicaciones alternativas a todo lo que sucede a su alrededor y a todo aquello de lo que tiene conocimiento. Nunca o casi nunca hay una relación causa - efecto normal y simple. Si quieres que este tipo de personalidad te preste atención trata de explicarle cualquier suceso por causas supuestamente escondidas, aunque sean peregrinas.

Cómo se comunica


Ese característico lenguaje al que nos referíamos oscila  entre  lo vago y lo excesivamente  minucioso; y en algunos casos se dan ambos, sobre todo cuando se trata algún tema relacionado con aquello que está escondido, ignoto, misterioso... aunque también puede ser relacionado con las esferas de poder de la sociedad en la que vive, o con las supuestas verdades respecto a cómo son o cómo viven esas personas poderosas. Por otra parte, frecuentemente alcanzamos un nivel de intimidad suficiente con este tipo de personalidad cuando , en confianza, nos relata alguna experiencia mística, espiritual o esotérica.

La personalidad excéntrica no es tampoco una personalidad patológica, en proporción adecuada. Ya hemos dicho antes que estos perfiles arrojan luz sobre los aspectos más relevantes de los tipos de personalidad definidos en función de los grandes rasgos, pero no se trata de psicopatología. Su personalidad puede ser algo peculiar, pero ¿cuál no lo es? Desde luego, cualquier personalidad excéntrica normalizada puede tener una vida social, familiar y de pareja completa.

Ahora bien: hay dos aspectos especialmente característicos. No están a la vista en todas sus variantes, pero cuando se manifiestan resultan muy contundentes.

Características


Uno es su pensamiento tangente. Recuerdo un caso en el que ella se había enfadado porque él le había regalado una rosa (es tradición donde vivo que las parejas se regalen rosas el 23 de abril) el día 24, ya que esperó a que estuvieran de oferta. Él no comprendía su enfado, y no podía entender tampoco que ella no apreciara el gesto que él tenía de cuidar la economía de la pareja. No se trata de que fuera un hombre tacaño o con problemas de dinero; realmente él lo había hecho pensando que era un bonito gesto para poner de manifiesto un proyecto común.

El otro es su excentricidad o extravagancia en el vestir. Si se trata de una persona con recursos económicos es capaz de salir a la calle vestido con combinaciones de colores y formas verdaderamente atrevidas, por decirlo de forma suave. Se comporta con naturalidad con ropa o complementos estéticamente singulares.
Si es una persona de nivel económico medio o bajo puede parecer desaliñado, combinado al azar y sin gusto, y a veces  extremadamente llamativo, dado que su excentricidad no se ve suavizada por el diseño. 

La personalidad excéntrica vive sus relaciones a la defensiva; suele tener activados muchos registros automáticos de defensas sociales y es difícil atravesar su coraza, esa postura que adopta en la comunicación. Además a menudo tiene dificultades para coordinar las expresiones corporales, como sonreír o asentir con la cabeza, y se queda mirando fijamente al interlocutor, lo que provoca un escollo en la comunicación no verbal. Por otra parte, consecuencia directa de esa supuesta capacidad para descubrir causas ocultas, la personalidad excéntrica vive convencida de que interpreta con facilidad el pensamiento de los demás, y suscribe con rotundidad la idea de "sé lo que el otro piensa". Eso hace muy difícil el acuerdo, porque se afana en la búsqueda de indicadores y pistas que confirmen sus prejuicios sin atender a la información más transparente. 

La pareja


Es difícil la pareja con esta personalidad, sobre todo a largo plazo, porque no suele necesitar tener relaciones íntimas y su dependencia emocional es escasa. Su vida sexual no es muy activa, y cuando se siente atraída por otra persona resulta ser a menudo el componente de esa atracción una ideación más o menos platónica de una relación intelectual y  mística. Sin embargo puede plantearse con firmeza el propósito de la procreación y de buscar una pareja para poder llevarlo a cabo. Su comportamiento será entonces muy colaborador, sobre todo en las necesidades del nido y en la generosidad con los recursos conseguidos, pero se irá distanciando paulatinamente del ámbito de la comunicación emocional , porque es un escenario en el que se encuentra claramente incómodo. Otra vez quiere lo que no desea. Como además alimenta un sistema interno de creencias no convencional sucede que  no acepta las normas sociales, hecho que dificulta a menudo el funcionamiento de la pareja en público.

Las mejores aportaciones de la personalidad extravagante en la convivencia radican en su capacidad para transmitirnos el valor de la independencia y la autovaloración. No gestionan bien el lenguaje de la empatía con lo que sus intentos son a veces un poco patéticos  pero se implican en conseguir comunicarse emocionalmente y sobre todo en entender las comunicaciones emocionales de los demás. Quieren, pero a menudo no pueden, hacerse entender.

sábado, 23 de febrero de 2013

Haiku 10


Un sordo no distingue los silencios incómodos

Haiku 10. de la independencia mental y del aislamiento

¡Qué diferente es la percepción de la conducta según sea vista desde dentro o desde fuera! La personalidad aislada se ve a sí mismo como observadora, auto suficiente, espectadora de un mundo en el que cree no intervenir. Los demás sin embargo suelen considerarlas personas solitarias, raras, apagadas u hostiles y sin sentido del humor. Ellos se sienten más libres, cómodos y seguros cuando están solos, y no creen transmitir incomodidad a los demás cuando están en compañía porque piensan que los otros, como ellos mismos, no están incómodos. Y es cierto que generalmente no se les percibe como un ser que se siente incómodo, sino más bien como un ser distante y extraño.

No todos los aislados son iguales, por supuesto:  hay algunas personas más incomunicadas, otras que se comunican pero de una forma muy impersonal; algunos son aislados pero no son hoscos sino más bien apáticos. Por último algunos son abiertamente distantes. Todos tienen en común la dificultad para percibir los detalles sutiles de las relaciones.

Aislamiento voluntario


Este componente mental de aislamiento social no hay que confundirlo con el aislamiento voluntario: diferentes seres humanos pueden tener en común una necesidad de independencia mental que les hace apartarse de las reuniones sociales o de los actos multitudinarios, por ejemplo. Puede tratarse de personas empáticas, sociables e incluso emocionalmente dependientes,  lo que lleva a la aparente paradoja de un ser humano atento, amable, siempre dispuesto... que disfruta de la soledad escogida o de actividades solitarias, como leer o pasear. Tampoco hay que confundirlo con la personalidad tímida. No. La personalidad aislada  lo es porque no percibe los indicios del entorno en los que se reclama afecto, o los percibe de una forma racional, analítica. No son simpáticos ni antipáticos; son simplemente ausentes en la comunicación.

Como en todos lo perfiles de personalidad, en la personalidad aislada se dan importantes diferencias en función del nivel de inteligencia, entendida como un conjunto de recursos para interpretar las demandas del medio.  En los menos socializados además de presentar un lenguaje pobre, lleno de muletillas y de palabras que sirven para significarlo todo, y monótono, se da frecuentemente el caso de que miran poco a los ojos; su mirada es huidiza sin razón aparente.

Todos los tipos de personalidad aislada tiene escasas amistades, todas ellas funcionales, ilusoriamente desprovistas de vínculos emocionales (solamente racionales o intelectivas). Y digo "ilusoriamente", porque los seres humanos, como veremos, necesitan de la relaciones interpersonales para garantizar la salubridad de su mundo mental. Independientemente de su nivel de inteligencia suelen ser indiferentes tanto a la crítica como al  elogio, lo que hace que su convivencia sea difícil porque pueden emitir críticas sin ningún tipo de filtro.

Como sienten escaso o ningún placer por casi todo, frecuentemente son personas delgadas, a menudo enjutas. Hoek (1996) estudió la relación entre este tipo de personalidad y la exposición prenatal al hambre, durante el bloqueo nazi del oeste de holanda entre el 1944 y el 1945. Las mujeres residentes embarazadas en el primer trimestre de gestación incrementaron de forma estadísticamente significativa el nacimiento de personas con este perfil.

La necesidad del ser social


Ahora bien: la naturaleza humana es necesariamente social; los vínculos con los demás aumentan nuestra capacidad de supervivencia y nuestra percepción de felicidad. La personalidad aislada no percibe esas necesidades, pero eso no quiere decir que no las tenga.

Las personas que se emparejan con una personalidad aislada padecen a menudo la tensión de darse perfecta cuenta de las carencias de su pareja y una frustrante incapacidad para hacérselo notar. Es fácil que la pareja funcione con suavidad si el otro componente es también anampático, es decir, tiene facilidad para "desconectarse" de las emociones de los otros, facilidad para crear distancia. Siendo así funcionan casi como una sociedad limitada. Si la pareja es empática entonces precisa ser una persona con mucha energía, muy dinámica y dispuesta a "llevar la voz cantante".

El ámbito de intimidad de ese tipo de relación puede resultar muy satisfactorio, porque las personas aisladas, a través de su experiencia en su relación con el mundo, han aprendido la necesidad de compensar su independencia mental y suelen hacerlo a través de la generosidad. Además son parejas fieles y con una enorme capacidad de trabajo, consecuencia de su natural habilidad para la concentración. También tienen una gran facilidad para el control de la compulsividad, lo que facilita la estabilidad comportamental.

Convivir con personas de estas características puede ayudarnos a descubrir cómo disfrutar de las cosas sin exceso.