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Divulgación de psicología orientada a la resolución de problemas.
Este blog trata de emociones, conducta, personalidad y relaciones humanas.
Cada haiku es una condensación respecto a una definición, o a una idea.
Los textos son herramientas de reflexión. Explican el origen del haiku, pero su sentido se lo da cada cual.
Si buscas información para entender el comportamiento, espero serte útil.
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sábado, 4 de enero de 2014

Haiku 19

Moderarse es más difícil que abstenerse

Haiku 19. De la compulsividad

Compulsividad son una palabra y dos ideas. Hija de compeler (Obligar a alguien, con fuerza o por autoridad, a que haga lo que no quiere) y sobrina del impulso (Deseo o motivo afectivo que induce a hacer algo de manera súbita, sin reflexionar).

O sea que la compulsividad me obliga a hacer lo que no quiero hacer, precisamente porque quiero hacerlo.

El impulso es el motor, el generador interno que me empuja al acto. "Ana es muy impulsiva" lo entiendo como: Ana actúa de forma irreflexiva.

Compulsividad y normalidad

La compulsividad es corriente. Está muy generalizada pero no provoca conflictos porque no se instala en nuestro comportamiento de forma invasiva y excluyente. ¿Quién no se ha comprado una prenda que no necesitaba, un objeto inútil, un capricho? ¿Quién no ha comido algo más de la cuenta en alguna ocasión, o no ha bebido en exceso? A la mayoría de los coleccionistas les resulta difícil resistirse a la compra de un objeto más para su colección; otras personas son incapaces de dejar de fumar, no ya por la sustancia adictiva - hoy hay muchas soluciones diferentes para mantener una tasa de nicotina en sangre sin fumar - sino por la conducta misma.

Y sin embargo hay personas también que, con toda naturalidad, comen y beben lo justo, compran lo necesario, incluso fuman moderadamente. Sin esfuerzo.

La compulsividad está en el fondo de muchas dificultades de conducta, en la raíz de algunas patologías y en la constitución de muchos problemas, Algunos trastornos de personalidad y algunos rasgos apuntan directamente a este popular componente: la compra compulsiva, el abuso del tabaco, alcohol u otras sustancias psicoactivas, la obsesión enfermiza por el trabajo, los rituales supersticiosos, la obsesión por el peso, el culto al cuerpo o el deporte, el "síndrome de Diógenes", etc. 

Suele diferenciarse de la obsesión por la conducta observable: la compulsividad es acto y la obsesión pensamiento. Pero como en casi todo, no está tan clara la frontera en la realidad como lo está sobre el papel.

Procesamiento irónico

Seguramente el ejemplo más utilizado del procesamiento irónico es la cita de Dostoyevsky: "trata de no pensar en un oso polar"

En ese juego, el problema no es la obsesión (no estamos obsesionados con la imagen del oso) sino la compulsión (no podemos evitar pensar en el oso, precisamente porque queremos evitarlo). Pensar en evitarlo es pensar en él. Compara el juego con "no pienses en el tabaco" o "no pienses en la comida".

También es una muestra acerca de la dificultad de establecer la diferencia entre compulsividad y obsesión. El truco está aquí en que la compulsividad (la imagen invasiva del oso blanco) no es mecánica (como comprobar cinco veces si la puerta está cerrada, por ejemplo) sino puramente cognitiva. En otras palabras: la obsesión es una forma de compulsión mental.

Las manías

Es interesante observar que nuestro modo de entender la conducta "normal" a menudo se maneja a través de una proporción no establecida de lo que consideramos cantidades adecuadas. Un poco de tenacidad es tesón; mucha es terquedad. Pero "poco" o "mucho" son, en realidad, relativos. Para según quién, según cuándo, según qué.

Este aspecto es importante. Lo que resulta excesivo para una persona puede no serlo para otra. Las personas con pensamientos obsesivos o conductas compulsivas generalmente son conscientes de la rareza de su conducta (saben que no es frecuente ni aceptada como normal por la comunidad). Pero es normal para ellos. Han normalizado su comportamiento y sus pensamientos a través del hábito (llevan mucho tiempo pensando o haciendo lo mismo) y suele estar tan interiorizado que ya no se lucha. Por lo tanto, lo mejor es no hablar del asunto. Así que suelen ser muy reticentes a comentar ningún aspecto relacionado con las obsesiones y mucho menos a dar explicaciones.

Otro aspecto muy importante también es el grado de popularidad que tenga la compulsividad o la obsesión en cuestión. Una persona con una tendencia a la compulsividad en la limpieza puede ser considerada muy pulcra y hasta "un poco maniática" (siempre, claro está, que su compulsividad no sea enfermiza, es decir, que no dificulte de manera severa el normal desarrollo de su vida). Si su compulsividad está relacionada con la seguridad (cerciorarse cinco veces de haber cerrado la puerta, como decíamos antes) es poco probable que su entorno se muestre tan comprensivo.

Compulsividad y personalidad.

Tienen rasgos compulsivos las personalidades antisocial ("borde", Hayku 12), inestable (13), melodramática (15) Tímida (16) y obsesiva (18). De forma mucho más acusada la suspicaz (9) narcisista (15) y dependiente (17).
En cuanto a la excéntrica (11) pueden darse episodios de compulsividad pero a menudo son consecuencia de pensamiento mágico o supersticioso. La personalidad aislada (10) es la más inmune, tanto a la obsesión como a la compulsividad.

El polo opuesto de la compulsividad es el autocontrol. Aunque parezcan extremos negativo y positivo no hay que dejarse engañar por los prejuicios, porque el autocontrol excesivo es, en sí mismo, un comportamiento compulsivo. En la proporción está la clave. El problema a menudo es decidir qué o cuánto es proporcional. Pero eso, como suele decirse, es ya otra historia.