Bienvenida

Divulgación de psicología orientada a la resolución de problemas.
Este blog trata de emociones, conducta, personalidad y relaciones humanas.
Cada haiku es una condensación respecto a una definición, o a una idea.
Los textos son herramientas de reflexión. Explican el origen del haiku, pero su sentido se lo da cada cual.
Si buscas información para entender el comportamiento, espero serte útil.
Cualquier comentario es bienvenido.

domingo, 3 de marzo de 2013

Haiku 12. de la rotundidad

Al principio la palabra "simpatía" significaba "sentir igual que el otro". O sea: la simpatía no estaba relacionada con la buena disposición o el buen ánimo, sino simplemente con la concordancia en la emoción. Lógicamente "antipatía" era la reacción contraria a la emoción emitida por el otro, la oposición a esa concordancia emocional. Las dos palabras comparten la voz "pathos", que viene a significar pasión o emoción íntima, intensa e inducida, como por ejemplo ante la presencia de alguien deseado o amado, o ante un objeto o acontecimiento (una obra de arte, una música) conmovedor.
De modo que la simpatía era la sintonía con la emoción en el otro, y la antipatía su disonancia. 
Bueno, como simpatía es hoy una palabra con otros significados (modo de ser agradable, inclinación afectuosa, etc.), cuando queremos hablar de esa concordancia usamos "empatía".

Empatía y Anampatía


Así que en resumidas cuentas soy "empático" si sintonizo la emoción del otro y la puedo proyectar sobre mis emociones; vivirla de algún modo como propia.
Pero soy "antipático" si a esas emociones del otro, que he sintonizado correctamente,  opongo resistencia. Si me niego a converger y rechazo frontalmente, explícitamente, la "concordia" emocional.

Entonces: hay un factor comunicacional llamado "empatía" que tiene dos valencias (dos valores extremos) : positiva y negativa; simpatía y antipatía. La primera es la concordancia, la segunda la disonancia de la comunicación emocional. Fíjate que en la antipatía la persona sabe la emoción del otro, pero no la acepta.

Por último: el opuesto de este factor es la "anampatía", la facilidad para generar distancia emocional y mental con las emociones de los demás. O la dificultad para entender el mundo emocional y mental del otro, como quieras. Y también tiene dos valencias: positiva y negativa, aceptación y rechazo. Un anampático positivo no crea conflicto, más bien intenta "sintonizar", aunque sea "de oído" . Puedes imaginarte a esa persona intentando caer bien, diciendo cosas que se supone son agradables, mostrándose conciliador, pero te das cuenta enseguida de que es un patoso emocional, una persona con dificultades para transmitir sintonía.

En cuanto a la valencia negativa, un anampático negativo no es antipático sino clara y definitivamente "borde" (impertinente, desagradable, odioso, incómodo).

El antipático está emocionalmente activado: soy antipático porque me enfado, o me ofendo, o simplemente me incomodo. Pero quien se expresa de esa forma "borde" no lo hace enfadado o molesto, al contrario; lo que nos desagrada de su comportamiento es que lo hace de forma fluida, sin expresar emociones intensas.

Personalidad y Anampatía


Del espectro de la anampatía habíamos hablado ya, aunque sin mencionarla. La personalidad aislada y la excéntrica son anampáticas, tienen dificultades para sintonizar con el mundo emocional de los demás. Eso no significa que no lo intenten, como hemos visto. Pero hay un espectro de la conducta, un tipo de personalidad, que no entiende el mundo mental de los demás aunque imita el comportamiento como si lo hiciera. Esa personalidad puede ser seductora, impulsiva, ocurrente, locuaz, activa... y rotunda.

Tiene aversión al aburrimiento, es astuta y voluble aunque ella cree que su opinión es siempre la misma, puede ser manipuladora y con falta de remordimiento: cree que lo que piensa  es la verdad porque siempre elige bien; su moral es la acertada porque discrimina el bien del mal según su propio criterio, es decidida y asertiva, justifica sus actos por sus razones. Piensa que hace lo que hacen los demás; al fin y al cabo todos se preocupan por sí mismos. Como las otras personas esgrimen sus emociones para manipular a los demás, la manipulación emocional está justificada.

Esta personalidad presenta muchos rasgos que son muy valorados y deseados por la mayoría lo que a menudo les convierte en modelo, sobre todo si esos rasgos no son exagerados, es decir, si conserva una conducta adaptada. Puede resultar muy atractiva, segura de sí misma, y consigue con relativa facilidad un estatus de poder.

En el ámbito laboral puede ser explotadora y celosa de las habilidades, las capacidades y sobre todo el éxito de los demás. Tiene un sentido grandioso de sus méritos y a veces adopta un estilo de vida parasitario. Su afecto es superficial, pero lo disimula. Puede mentir con naturalidad para conseguir sus objetivos o simplemente para manipular o provocar desconcierto.

Su control de la conducta sin embargo no es muy bueno; presenta a menudo compulsividad con las sustancias o con las compras, aunque también se puede dar la compulsividad en ámbitos aparentemente muy sanos, como el deporte, que puede practicar con dedicación inusual. Es muy resistente a adaptarse a la autoridad o la norma; fácilmente puede pasar por donde no debe o conducir por una calle en dirección contraria, sólo porque "esa prohibición no tiene sentido".  En algunos casos  puede tener conducta sexual promiscua o simplemente infidelidad recurrente. También en ocasiones tiene dificultades para elaborar y llevar a cabo planes de vida estables, de largo alcance, y cuando los genera no son muy realistas.

La pareja


En el plano interpersonal sus relaciones de pareja pueden ser un ejemplo de sociedad, o de relación simbiótica, en la que el estatus, el cuidado de los hijos, la proyección pública, etc. pueden resultar elementos muy cuidados. Si su conducta no es muy adaptada entonces las relaciones de pareja suelen ser inestables, breves y a veces intermitentes.

Por sus características se emparejará con facilidad con la personalidad inestable o con la dependiente, creando un vínculo en el que puede manejarse con habilidad por la adscripción que genera en la otra persona. Como resulta que, a diferencia de los anampáticos explícitos, simula los vínculos emocionales, si la relación no es sana se puede alargar en el tiempo provocando una fuerte inestabilidad en la vida de la otra persona, inestabilidad que utiliza para trabar la relación y ajustarla a sus necesidades, manteniendo la imagen de estar emocionalmente implicada.

Si su patrón de conducta es adaptado y se trata de una persona con voluntad para madurar emocionalmente puede resultar una relación fecunda. Siempre tendrá como característica crítica un carácter fuerte y una asertividad muy robusta, pero puede resultar una compañía colaboradora y protectora, aunque el trato pueda resultar difícil, y la comodidad en la relación un estado intermitente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario